En el número de junio de Ruta 66, el compañero Iván López Navarro y un servidor ofrecíamos nuestros encontrados puntos de vista a propósito de la carrera de Wilco, un fuego cruzado alrededor de la figura de Jeff Tweedy, líder complejo, atormentado antaño y más relajado hoy en día, de una formación a la que, en cualquier caso, no puede negársele su envidiable capacidad para erigirse en referente del rock contemporáneo sin renunciar un ápice a su férreo compromiso con su particular visión, siempre regenerándose, siempre viva, de la música popular norteamericana. Porque, en última instancia, más allá de apreciaciones subjetivas (de sus fans y de sus detractores o de ambos en su faceta periodística), lo que siempre acaba emanando en los discos de Wilco es el quejido interior de un compositor, Jeff Tweedy, cuya obra es el mejor manual para calibrar al hombre que respira (se duele, se alegra, siente y vive) en ella. No, el Tweedy que canta en Wilco (The Album) no es el mismo que vibraba en A.M. ni tampoco el que se retorcía en A Ghost Is Born; es otro Tweedy, a su vez la suma de todos los anteriores. Con ellos tuve el placer de charlar una tarde de mayo…
En «Wilco (The Song)» le cantas a vuestros seguidores que Wilco siempre estarán allí en los malos momentos; supongo que es también tu nota de agradecimiento por su apoyo incondicional en tiempos menos plácidos para ti que el actual, ¿no es así?
Existe una buena química entre nosotros y nuestros seguidores y eso es algo que nos ha beneficiado a lo largo de estos años. Me emociona saber que nuestros discos han sido compañeros de viaje de estos fans en los momentos buenos y en los malos, como otros discos también lo han sido para mí. «Wilco (The Song)» es una canción mucho más sincera de lo que alguna gente pueda pensar; habrá quien crea que estoy siendo irónico, pero solo quería reflejar en ella este sentimiento recíproco de afecto.
Por primera vez en la historia de Wilco, se repite la misma formación que en vuestro anterior trabajo. ¿Cómo se ha desarrollado la grabación en este contexto?
El punto de partida para cada disco suele ser el mismo; un par de veces al año nos reunimos en Chicago para empezar a trabajar en posibles nuevos temas y para grabar algunas demos. En esta ocasión, empezamos a desarrollar estas demos en Auckland, Nueva Zelanda, donde participamos en un disco a beneficio de Oxfam que grabamos en el estudio de Neil Finn. Decidimos aprovechar el tiempo y la hospitalidad de Neil para trabajar en aquellas demos que tenían más potencial y, en general, puedo decirte que me he divertido más haciendo este disco que ningún otro en el que haya participado. Ha sido una grabación más relajada y placentera para mí, la primera en muchos años que no vivo con cierta presión o dolor. Así fue también buena parte del proceso de gestación de Sky Blue Sky, pero hacia el final de la grabación mi madre falleció y fue bastante duro para mí terminarlo, con lo que hay cierto dolor impregnado en ese disco. Wilco (The Album) es también un reflejo del momento actual de la banda, de la gran cohesión que hay entre nosotros y de que, después de dos discos en estudio, otro en directo y cientos de conciertos, hemos perdido totalmente la timidez inicial y sabemos como queremos que suenen nuestros discos, de ahí que hayamos decidido ponerle a éste un título tan sintético (risas).
El disco se filtró rápidamente en Internet, a lo que vosotros respondisteis subiéndolo en streaming de calidad en vuestra web. Una postura, la vuestra, que difiere enormemente de la política de acoso y derribo de las discográficas…
Obviamente, ellos protegen aquello que creen que les pertenece, aquello que consideran de su propiedad. Nosotros hemos respondido a la filtración del disco desde un punto de vista artístico, del único modo que creo que debíamos responder. La gente quiere escuchar nuestra música y si yo gasto mi tiempo y mi energía en impedírselo estoy haciendo algo antitético a la idea misma de ser un artista. Entiendo el miedo de las discográficas a proteger el copyright, pero su reacción ante la supuesta amenaza de Internet me parece bastante torpe. Quizá todos los grupos no posean la libertad de acción frente a sus discográficas que nosotros tenemos, pero es algo por lo que hemos luchado duramente y que creo que, en última instancia, nos ha acercado más a nuestros seguidores e, irónicamente, ha acabado beneficiando a nuestra discográfica. Es algo tan simple como que no concibo relacionarme con aquellos que quieren escuchar mi música como si fueran mis adversarios, criminalizarlos es algo que pondría en riesgo la buena relación que tenemos con ellos. Además, nosotros siempre hemos hecho dinero tocando en directo y eso es algo que no puedes descargarte; aunque, ahora que lo pienso, facilitándole la escucha del disco a la gente corremos el riesgo de que no le guste y decida no venir a vernos tocar (risas).
Es interesante como el tema «You and I», tu dueto con Feist, complementa en cierta manera «Please Be Patient With Me», de vuestro anterior disco. Parece como si, con el tiempo, hubieras comprendido a convivir con las complejidades, los vaivenes inherentes a toda relación de pareja. ¿Es así?
Con esa canción he querido darle entrada al punto de vista femenino sobre las relaciones hombre-mujer. Conocí a Feist en una gala de los Grammy, algo que sé que suena muy en plan celebrity, pero bueno, así fue (risas). Le dije cuanto me gustaba su música y ella me correspondió diciendo que admiraba los discos de Wilco, así que decidí lanzarle la propuesta del dueto, algo que llevaba años queriendo hacer. Al darle voz a la otra parte de toda relación refuerzo mi voluntad de desnudar de sufrimiento o complejidad el misterio de las relaciones de pareja y así abrazarlas tal como son, algo sin duda misterioso pero también apasionante y digno de vivir con plenitud si uno se esfuerza en eliminar de ellas el drama y el caos. Sabía que escribiendo canciones de amor bajo este nuevo prisma aprendería a aceptar mejor las ambigüedades en mi vida; cantando sobre ello cada noche me reforzaría como persona, la música como terapia para tratar de ser mejor persona o al menos estar mejor con uno mismo, que ya es mucho (risas).
Desde el principio te posicionaste en tu apoyo a Barack Obama y es sabido que él es fan de vuestra música. ¿Crees que será capaz o tendrá la libertad de estar a la altura de las grandes expectativas depositadas en él?
El desafío que tiene por delante es enorme y, aunque no puedo decir que esté de acuerdo con todas y cada una de las decisiones que ha tomado hasta el momento, te aseguro que sigo sintiéndome aliviado al pensar que tengo un presidente, quizá por primera vez en mi vida, que se tiene un punto de vista alternativo sobre el mundo que nos ha tocado vivir y sobre la relación de nuestro país con el resto del mundo. Creo que atesora una forma de pensar progresista que, si le permiten ponerla en práctica, creo nos beneficiará enormemente a todos, no solo a los estadounidenses.
Has comentado que las salas de conciertos que aparecen en el documental Ashes of American Flags son lugares que representan algo que ha dejado de existir, como una parte desaparecida de América. Reforzando esa idea, en el nuevo disco hablas de ello en «My Country Disappeared»; ¿sientes que tu país está perdiendo su identidad regional en estos tiempos de globalización?
Es innegable que en Estados Unidos una cierta manera regional de vivir se ha ido erosionando con el paso de los años en favor de una visión más homogeneizada y más cercana al modelo de las grandes ciudades, donde todo el mundo va a los mismos centros comerciales y se alimenta en las mismas cadenas de fase-food. Las salas que aparecen en el documental son una parte esencial de la cultura local y quisimos enfatizar su gran carga simbólica como vestigio de una noción de América que, desgraciadamente, las grandes corporaciones se están encargando de borrar de nuestro paisanaje cotidiano. Recuerdo que cuando empecé a recorrer en furgoneta este país hace más de veinte años realmente se apreciaba una gran diferencia entre las ciudades o los pueblos donde tocábamos cada noche; hoy en día, este aroma auténtico y regional se ha perdido en gran medida y a veces parece como si estuvieras tocando en un mismo decorado publicitario día tras día. Soy consciente de que el sistema funciona así y que es algo inevitable, pero eso no significa que me entristezca que un país tan grande y que antaño se enriquecía de los distintos retales, los variados aromas de sus culturas locales, se esté reduciendo a un único perfil cultural, más apegado al interés comercial que a la pervivencia de cierta tradición ancestral y popular.
Debo confesarte mi admiración por el blog de tu hijo Spencer (spencertweedy.com); es sorprenderte lo intuitiva que es su escritura y lo articuladas que son sus reflexiones. ¿Cómo crees que la paternidad ha moldeado tu manera de relacionarte con el mundo y contigo mismo?
Poder estar tan cerca de mi mujer y mis hijos y disfrutar activamente de la consolidación de un núcleo familiar ha sido, está siendo, una experiencia reveladora y en gran medida nueva para mí. No es que tuviera una infancia difícil, pero tampoco la comunicación tan fluida y plena que ahora disfruto con mis hijos. Solo puedo decirte que me siento muy afortunado al verles crecer como lo están haciendo; Stephen en particular me sorprende día a día y me emociona que a su edad sea capaz de expresarse de una forma tan madura. Supongo que eso pone de relieve que, en cierta medida, mi mujer y yo no lo estamos haciendo del todo mal (risas).
Tanto tú como tu mujer (Sue Miller, promotora de conciertos a través de su club, el mítico y ya desaparecido Lounge Axe; n.d.r.) estáis estrechamente vinculados a la escena musical de Chicago. Tras la debacle de un sello local del prestigio de Touch&Go, ¿cómo ves el futuro de las discográficas, tanto indies como majors?
Desconozco las razones que llevaron a Corey (Rusk, jefe del sello, n.d.r.) a eliminar drásticamente su departamento de distribución, pero no hay duda que tanto los sellos grandes como los pequeños están viviendo tiempos difíciles. Sin embargo, no creo que sea una crisis del concepto de sello discográfico en sí, sino de la concepción tradicional de compañía discográfica, del sistema de trabajo que se ha venido utilizando durante épocas y que ahora está viviendo un turbulento proceso de renovación. Hay partes del negocio que han reflotado en este contexto de regeneración, como el mercado del vinilo, que ha renacido de sus cenizas para indicar posibles vías de explotación comercial para sellos como Touch & Go que cuentan con un catálogo sin duda apetitoso para los nuevos amantes de ese formato clásico. En cualquier caso, la noticia de la debacle de Touch & Go nos afectó por proximidad y amistad con mucha de la gente que llevaba años trabajando duro en sus oficinas, gente que espero que halle pronto nuevos proyectos en los que volver a comprometerse con similar pasión y entrega.
Wilco siempre habéis apoyado proyectos de carácter benéfico; ¿temes que en el contexto económico actual disminuya el respaldo tanto de la gente como de las instituciones a este tipo de iniciativas?
A nivel empresarial siempre hemos procurado asegurarnos cierta estabilidad económica que nos permitiera contribuir activamente en beneficio de la comunidad. Sé que estos son tiempos difíciles para todo el mundo, pero solo hay que pensar que si lo son para nosotros, no es difícil imaginarse cuanto lo deben ser para aquellos que todavía tienen menos. En épocas de recesión como la actual, los gobiernos, y especialmente el de nuestro país, suelen recortar las ayudas sociales o culturales por considerar que no inyectan un estímulo inmediato a nuestra economía, pero solo espero que una visión más a medio plazo se imponga por una vez y se valore la importancia de no acrecentar las desigualdades entre clases, así como el poder de la cultura y la educación para asegurar nuestra riqueza futura.
A finales del año pasado Wilco disteis varios conciertos como teloneros de Neil Young; desde la perspectiva de un rockero de 41 años como tú, ¿qué se siente al ver a un rockero de 63 como Young emocionar a sus seguidores cada noche?
Junto con Bob Dylan, NeilYoung ha sido una de mis principales fuentes de inspiración a lo largo de mi vida. Es muy alentador ver a alguien como él manteniendo la pasión y el compromiso con su espíritu creativo y siendo capaz de seguir comunicándose con su público como él lo hace. Rozar la mitad de lo que él ha alcanzado plenamente sería un verdadero logro para Wilco.
WILCO (FANS) WILL LOVE YOU BABY
“Estamos todos profundamente entristecidos por esta tragedia. Todos echaremos de menos a Jay tal y como le recordamos, como un ser humano único de increíble talento que hizo contribuciones a la banda que fueron muy importantes y bienvenidas. Nuestros pensamientos están con su familia y amigos en estos momentos tan difíciles”. Con este comunicado Jeff Tweedy trataba de sintetizar la conmoción que sin duda le causó la noticia del fallecimiento de Jay Bennett, su antiguo brazo derecho en Wilco, el pasado 24 de mayo, tan solo cinco días después de la entrevista rutera. Antes de la charla telefónica, desde su discográfica me indicaron que a Tweedy no le apetecía hablar de la reciente demanda interpuesta por Bennett contra el grupo a raíz de los royalties derivados de su participación en los discos de Wilco, así como por su aparición en I Am Trying To Break Your Heart (Sam Jones, 2002), el documental que capturó al grupo en el decisivo momento de la grabación de Yankee Foxtrot Hotel, disco que acabaría marcando la abrupta salida de Bennett de la banda. Más allá de otra consideración artística, su reclamación más bien parecía una llamada de auxilio ante su precario estado de salud; aquejado de dolor crónico en la cadera a raíz de un accidente sufrido en un concierto de su primer grupo, Titanic Love Affair, Bennett, como tantos otros artistas de Estados Unidos, carecía de seguro médico, por lo que no podía costearse la operación de cadera que precisaba con urgencia. Sin autopsia oficial mientras escribo esas líneas, teorizar sobre por qué no se despertó de su último sueño está fuera de lugar. Prefiero mirar por la ventana y esbozarle una sonrisa a la luna mientras en ella se dibuja la portada de Summerteeth, obra magna del Bennett productor, del Bennett artista y quizá mi disco favorito de los de Chicago. Fue esa la grabación en la que Jay y Jeff se fundieron en uno, forjando una relación al filo de la navaja que el batería de Wilco en aquella época, Ken Coomer, recordaba así: “Existía un estrecho vínculo entre ambos, y no solo musicalmente (…) Había algo raro, distinto en el grupo. De hecho, éste no existía como tal, eran tan solo dos tíos perdiendo la cabeza en el estudio.” Al escuchar ahora el nuevo y emocionante estribillo que proclama eso de “Wilco will love you baby” es inevitable que se le encoja a uno el corazón. Descansa en paz, Jay.
Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66 (julio/agosto 2009)