KEN STRINGFELLOW. Culo de mal asiento

ken01

Ken Stringfellow es un tipo que se hace querer, que genera empatía entre aquellos que alguna vez se han sentido tocados por alguna de sus canciones, ya sea en solitario o, más significativamente, como la mitad del tándem que formó (¿sigue formando? ¿siempre formará?) junto a Jon Auer al frente de The Posies. Ken Stringfellow es, además, un tipo hiperactivo e hipercomunicativo, lo que aumenta el grado de empatía entre aquellos que alguna vez se han acercado a verle en directo y el grado de estima entre aquellos que alguna vez nos hemos acercado a charlar con él, ya sea por deber o por placer, aunque en ambos casos acabe siendo por lo segundo. Actualmente, Stringfellow se entrega apasionadamente a su nuevo grupo, The Disciplines, un proyecto que ha formado con tres ex miembros de Briskeby, toda una institución en la escena pop noruega y con los que ha grabado Smoking Kills (2Fer Records), un disco con el que parece haber recuperado el entusiasmo de tocar en una banda.

¿Cómo encaja un proyecto como The Disciplines en tu apretada agenda, cómo lo combinas con tu carrera en solitario, con The Posies, produciendo a otros artistas o esperando una nueva llamada de R.E.M.?
Conocí a los chicos de The Disciplines en un momento en que parecía que no iba a estar presente en la grabación del nuevo disco de R.E.M. (Accelerate, editado en mayo de 2008, ndr). Empezamos a ensayar y vimos que teníamos algo excitante entre manos, me di cuenta de que quería centrar mis energías en grabar y tocar con esos chicos. Entonces R.E.M. anunciaron que iban a salir de gira y me entró miedo a que entonces sí que contaran conmigo como teclista. No quería tener que decirles que no, que ahora mismo lo que deseaba era estar con The Disciplines en lugar de crear un paréntesis de un año hasta que regresara de la gira. Con todo, como sabía que Michael, Peter y Mike no piensan en mí las 24 horas del día (risas), decidí llamar a su oficina de management y preguntarles por mi situación, a lo que contestaron, con cierto apuro “Oh, sí, mira, lo sentimos, pero la nueva gira va orientada en otra dirección y los chicos han decidido prescindir del teclado”. Yo respondí “OK, ya sabéis donde estoy por si en el futuro quieren que volvamos a trabajar juntos”. Colgué y pensé “¡Bien! Menos mal” (risas). Así que les doy las gracias a R.E.M. por haber facilitado el camino a The Disciplines.

Con todo, en cierta manera has vuelto a compartir escenario con R.E.M., puesto que invitaron a The Disciplines a actuar como teloneros en algunos de los conciertos de su gira. ¿Cómo fue el reencuentro?
Excelente. Fue emocionante poder tocar como grupo invitado y más aún que se acercaran a vernos y que nos felicitaran. A nivel personal, su trato conmigo fue muy afectuoso, me sentí tratado como un colega al que aprecian y a quien apoyan incondicionalmente. Sinceramente, creo que fue incluso mejor tocar como invitado que como miembro del grupo, sin el estrés ni la presión que supone tocar con un grupo tan grande como R.E.M. Seguimos siendo amigos, por supuesto, y sé que nuestros caminos volverán a cruzarse en un futuro.

¿A qué crees que se debe tu intenso vínculo con España, donde tienes una  estrecha relación con artistas y discográficas y con un público que te sigue con afecto desde principios de los 90?
Me sorprendió el entusiasmo con que el público español recibió a The Posies desde nuestra primera visita. En un país como Noruega, donde todo el mundo habla y entiende el inglés desde niño, me pareció más lógico el éxito que también tuvimos allí; pero en España, donde por entonces el inglés no era un idioma tan extendido como ahora, me extrañaba que la gente conectara tan bien con nosotros, ya que yo creía que si alguien lo hacía era básicamente por nuestras letras, por lo que expresábamos en ellas. Pero con el tiempo me fui dando cuenta que existía una conexión más elemental, más visceral si prefieres. En nuestra primera visita, para presentar Frosting On The Beater, recibir tanta energía por parte del público español fue un auténtico catalizador para nuestra propia energía en directo a partir de entonces. Pasamos de ser un grupo melódico a ser un grupo de rock y eso se lo debemos en gran parte a nuestros seguidores españoles.

El abril te reencontraste con Alex Chilton para el concierto que Big Star disteis en el Teatro Cervantes de Málaga, ¿cómo ha evolucionado vuestra relación desde 1993, cuando Jon y tú os unisteis a la banda?
Ha cambiado mucho, sin duda, ahora Alex es uno de mis mejores amigos. Cuando le conocí era alguien enigmático y la verdad es que era más fácil relacionarse con Jody (Stephens, batería original de Big Star, ndr). Alex se mantenía un poco aislado, le gustaba poco salir de su círculo más íntimo de amistades y, aunque suene sorprendente, durante años no llegamos ni a compartir una cena con él. A mí también me sorprendía ese hermetismo, claro, entendía las motivaciones económicas que le llevaron a reactivar Big Star con nosotros, pero me preguntaba “¿le gusta que toquemos con él, disfruta de todos esto?”. ¡No decía nada! (risas). Pero con el tiempo empecé a oír comentarios de terceros que me decían “Oye, he hablado con Alex y no sabes cuanto disfruta tocando con Jon y contigo”. Yo pensaba “Bien, me alegra saberlo al fin!” (risas). Pero seguíamos sin salir por ahí, ni compartir mesa. No ha sido hasta hace bien poco, desde hace un par de años, que ha empezado a abrirse con nosotros y nos vemos de vez en cuando. Ha venido a Paris los dos últimos veranos y he podido llevármelo a dar una vuelta por la ciudad, a cenar juntos, a hablar, a conocernos. Y he conocido, de verdad, a una persona muy interesante e inteligente, alguien muy afectuoso que, ahora ya lo tengo claro, no habla hasta que no tiene realmente algo que decir. No es un parlanchín como yo (risas) y no es hasta que él te encuentra a ti interesante que tu puedes descubrir lo interesante que es él.

Y hablando de relaciones que han ido evolucionando, ¿cómo definirías la naturaleza de tu relación con Jon, esos encuentros y desencuentros igual de intensos, todos estos años compartidos, codo a codo y en la distancia?
No sé como definir nuestra relación, pero me alegra que siga existiendo. Me siento orgulloso de haber aprendido a retomar nuestra amistad después de ese tiempo que estuvimos separados sin saber muy bien por qué. Jon y yo éramos amigos inseparables desde el instituto y al ir haciéndonos adultos nos involucramos en nuestras respectivas relaciones de amor y fuimos tejiendo una vida en común que,  sin embargo, tenía intereses, aficiones, relaciones, preocupaciones e inquietudes diferentes. Con los años pasamos de ser inseparables a ser casi como extraños, tensamos mucho nuestra relación hasta el punto que la rompimos. Supongo que nuestra, a pesar del paso de los años, nuestra relación se seguía regulando a partir de unas normas inmaduras y propias de nuestros días en el instituto. A efectos prácticos, con el grupo seguíamos funcionando como en el instituto, estábamos juntos todo el día, todo el año; pero a nivel personal o emocional, nos fuimos distanciando. Aunque sueñe extraño y me cueste entender por qué llegamos a ese punto, el hecho es que estábamos celosos el uno del otro, envidiábamos y en cierta forma odiábamos la vida del otro. Me comportaba con Jon como si fuera una ex novia mía, pensaba “Míralo, ahora está tocando con esta gente” o “Voy a escuchar esto que ha grabado”. Cuando decidimos retomar nuestra relación musical aprendimos a aparcar nuestras desavenencias personales; en gran medida, reencontrarnos fue una terapia para nosotros, dejamos atrás la mierda acumulada por culpa de una relación enviciada por tantos años de convivencia y construimos finalmente una relación adulta y sana.

Se acaba de editar Beautiful Escape: The Songs Of The Posies Revisited, triple CD en el que bandas de distintos países os rinden tributo. ¿Cómo os hace sentir que haya tantos grupos que os admiren y reconozcan la influencia que habéis ejercido en ellos?
Durante los diez primeros años de The Posies pensé que algo fallaba en el grupo, me lo pasaba en grande pero me sentía algo decepcionado con la repercusión que teníamos. Quizá esperaba demasiado, pensaba que podíamos tener éxito. Hoy en día tengo una visión distinta de lo que significa el éxito, ahora creo que seguir haciendo lo que me gusta es un éxito en sí mismo. Además, al tener la posibilidad de viajar por todo el mundo, he ido conociendo a fans de The Posies en ciudades recónditas. Fue especialmente sobrecogedor descubrir cuan importantes fuimos para los jóvenes no nacionalistas de Serbia durante la guerra de los Balcanes, como fuimos la banda de su generación. Era algo que desconocía hasta que actúe finalmente allí hace cuatro años. O como cuando viajé a Malasia y descubrí a los fans de The Posies que había allí, no solo en la capital, sino también en ciudades pequeñas. Es algo que no deja de sorprenderme y que me sirve para pensar que, aunque quizá no tuvimos un gran éxito, sin duda llegamos al corazón de muchas personas que, cogidas individualmente, son como pequeños milagros para Jon y para mí.

Háblame de This Sounds Like Goodbye, tu debut en solitario de 1997. Suena radicalmente distinto a lo que posteriormente desarrollarías en Touched (2001) y Soft Commands (2004); ¿cómo te sentías por aquel entonces?
Aquel fue el peor periodo de mi vida. El mayor síntoma del final de The Posies era que Jon y yo no nos comunicábamos y, de hecho, el desapareció durante un tiempo, no contestó a mis llamadas durante casi un año. Y un día reapareció de la nada y me dijo “Lo dejo”. Me quedé en estado de shock y sin saber que hacer. Además, me divorcié de mi mujer y me embarqué en otra relación que fue un desastre. La vida se convirtió en algo muy difícil de soportar para mí y aquel primer disco fue la plasmación del caos y la negatividad en que estaba sumido, fue como una nota de suicidio. La primera canción del disco, «Here’s to the future», la escribí de forma irónica; parece una nota de optimismo hacia el futuro que está por venir, pero mientras la escribía realmente pensaba que no había futuro para mí. No sabía qué hacer con mi carrera, ni con mi música. Mi siguiente trabajo, Touched, acaba con la misma canción, solo que esta vez no tiene la carga de ironía que me llevó a usarla en mi primer disco. Y Soft Commands sigue la evolución de Touched hacia la felicidad y la tranquilidad que, por suerte, sigo viviendo actualmente.

Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66 (junio 2009)
ken02

Un comentario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s