Lo reconoce Patrick Carney en la hoja de promo que acompaña el lanzamiento de Brothers: “Somos grandes admiradores de Tchad Blake. Su manera de aproximarse a las mezclas conecta con como nosotros creamos música. Respetar el pasado desde una perspectiva actual. Las mezclas que hizo para el disco de Blakroc nos impresionaron tanto que supimos que tenía que mezclar Brothers”. El propio Blake, en una estupenda entrevista publicada en la web oficiosa de fans del dúo de Akron (theblackkeysfanlounge.com), les devuelve el piropo y corrobora la opinión del que abajo firma de que The Black Keys son el grupo más soul (de alma) del momento: “En la actualidad me cuesta encontrar música (con ) soul. No hablo del género, R&B y derivados, sino de música con alma que cuando la escuchas penetra en tus cromosomas e inyecta groove en tus agallas. Brothers es un disco que te atrapa físicamente y yo me metí en el negocio de la música para poder trabajar en discos como éste. Lo pinchas y lo pasas de muerte, te hace sentir bien”. Tchad Blake, el hermano mayor de Dan y Patrick en su esplendoroso nuevo álbum, lleva más de 25 años poniendo su alma al servicio de grabaciones que nos lo han hecho pasar de muerte, que nos han hecho sentir realmente bien. Esa voluntad de propiciar con sus trabajos –principalmente como ingeniero de sonido, pero también como productor o responsable de las mezclas— una conexión física con el oyente le ayudó a ganarse la confianza, a mediados de la década de 1980, de aquellos artistas o grupos que querían huir del sonido artificial que imperaba en la radiofórmula de la época.
En fraternal asociación con el productor Mitchell Fromm, Blake desarrolló su concepción sónica –basada en la fusión de lo orgánico y lo experimental, en la apuesta por la grabación binaural y el uso de artilugios de lo más variopintos para juguetear con el sonido— en discos fundamentales para entender su prestigio como Crowded House, Rumor & Sigh (Richard Thompson), Kiko (Los Lobos), Mercury (American Music Club) o The Criminal Under My Own Hat (T Bone Burnett). Para profundizar en su vena más experimental, Blake voló a solas para penetrar en el cavernoso mundo de Tom Waits, con quien colaboró como ingeniero de álbumes como Frank’s Wild Years o Bone Machine. Se reencontró con Fromm para el segundo, homónimo disco de Sheryl Crow, un trabajo que cimentó el prestigio del dúo como el equipo productor-ingeniero más solicitado dentro del pop-rock de los noventa. Repitió con Crow como responsable de las mezclas del directo The Globe Sessions (producido por Andy Wallace), un gran éxito de ventas que le reportó su primer (y hasta ahora único) premio Grammy. En el año 2000 Pearl Jam quedaron tan fascinados por su trabajo como productor de su sexto disco que decidieron ponerle un título de lo más significativo, Binaural. Desde entonces, además de su labor como ingeniero de los discos auspiciados por Peter Gabriel a través de su sello Real World, su inagotable talento ha seguido siendo reclamado por gente como Low, Dwight Yoakam, Gomez, The Dandy Warhols, Suzanne Vega, Ed Harcourt o Ron Sexsmith.
Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66