CIVIC. El sonido que quedará cuando se extinga toda la vida en el planeta

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Desde su fundación en 1985 existe una conexión especial entre Ruta 66 y el rock australiano. Hemos derramado océanos de tinta haciendo apasionado proselitismo del sinfín de bandas –muchas de ellas malditas o infravaloradas– que, desde antes de nuestra irrupción en los quioscos hasta el día de hoy, han ido vertebrando el singular corpus, ecléctico pero de marcado carácter, del rock australiano. Civic es el penúltimo destacado eslabón incorporado a nuestra misión como divulgadores de todo lo excitante que surge cada año en ese lejano continente; nada lo ejemplifica mejor que haber coronado como nuestro disco del mes de abril su portentoso segundo álbum Taken By Force (Cooking Vinyl Australia / ATO Records / PIAS).

Producido por la veterana institución aussie Rob Younger y mezclado y masterizado por Mikey Young –guitarrista de unos Eddy Current Suppression Ring que también fueron disco el mes con su todavía influyente Rush to Relax–, Taken By Force acrecienta las expectativas generadas por el quinteto de Melbourne a raíz de su impactante primer elepé. Pocos días antes de su primera incursión en Estados Unidos con varias actuaciones en el festival South by Southwest, contactamos con su guitarrista Lewis Hodgson para charlar de todo ello, contando los días para su desembarco en nuestro país a principios de junio. 

Habéis definido el álbum como un cruce entre la novela distópica 1984 y el clásico del cine surf Endless Summer y creo que los dos cortes que lo abren y cierran apuntalan esa idea. Háblame de «Dawn», ese amanecer inquietante.
En la primera demo que hice del tema «Taken by Force» inserté al inicio una sirena de guerra para conferirle cierto tono amenazante, pero luego pensamos que podía encajar bien como apertura del disco para así poner al oyente en alerta. Por una de aquellas coincidencias inexplicables de la vida, mientras estábamos ya grabando el disco en Elphinstone, un pueblo aislado donde nunca pasa nada, el estruendo de una alarma nos despertó a las seis de la mañana después de una larga sesión de grabación que se alargó hasta las tantas. No sabíamos si aquello era real o un sueño, así que Jim se levantó de la cama, salió a la calle y grabó con su móvil aquella sirena de origen desconocido. Y esa es precisamente la toma que abre el disco. 

El rumor de las olas rompiendo en la orilla funciona como epílogo en «Dusk». Tiene un efecto balsámico después de la sacudida de rock’n’roll a la que nos habéis sometido.
Nos lo imaginábamos como el sonido que quedará cuando se extinga toda la vida en el planeta, después del estallido de la bomba nuclear final. Más que relajantes, para mí esas olas tienen un punto postapocalíptico inquietante; nuestro bajista le dedicó bastante tiempo a trabajar «Dusk», metiéndole sintetizadores por debajo del oleaje. Eddy Current Suppression Ring hicieron algo similar –en la coda de Rush To Relax; n.d.r.–, aunque quizá nuestro final tiene una resonancia más perturbadora. 

La foto de Dick Hoole que habéis elegido para la portada tiene una fuerza brutal. ¿Cómo disteis con esta imagen de la era dorada del surf en Burleigh Heads? 
La idea original era usar una foto de una ola inmensa en la que se intuyera un pequeño surfista.  Pedimos recomendaciones a colegas que estaban metidos en ese mundo y todos nos recomendaron a Dick Hoole; miramos su archivo y tuvimos una conexión instantánea con esta imagen tan potente del surfista desconocido, nadie sabe de quién se trata. 

Creo que encaja perfectamente con la actitud del disco: no sois una mota a merced de la gran ola, sonáis desafiantes ante esa fuerza amenazante. 
Me gusta este punto de vista, te lo tomo prestado para próximas entrevistas (risas).   

¿Recuerdas de qué manera la música entró en tu vida?
Mi padre tocó en bandas cuando era joven y mi madre tenía buen gusto musical, de hecho fue ella quien me hizo escuchar a Iggy Pop por primera vez. Además, en Australia tenemos este programa de videoclips llamado rage que se emite en la ABC desde los años 80; siendo un chaval me lo grababa en VHS y lo veía sin parar. Ahora que lo pienso, mi madre fue también quien me regaló el primero de The Saints en CD cuando tendría unos 11 años; me pareció un poco ruidoso al principio, pero con el tiempo me hice fan y se lo recomendé a todos mis amigos. Creo que les vio en directo en la época, también estuvo en el mítico concierto gratuito de AC/DC con Bon Scott en Victoria Park y en el de Thin Lizzy en el puerto de Sidney. 

Antes de formar Civic habíais militado en distintas bandas de corta vida y sonido más hardcore-punk. ¿Qué propició que os juntarais? ¿Es cierto que inicialmente os íbais a llamar Diamond Dust? 
Nunca me gustó ese nombre, estuvo muy poco tiempo revoloteando a nuestro alrededor. Yo tenía un Honda Civic y por alguna razón me obsesionaba esa palabra; aquí existen unas multas que llevan por título “civic compliance” y siempre pienso en el significado del término, la debida obediencia a ciertas normas cívicas. Como palabra es bastante genérica, pero como nombre de una banda como la nuestra creo que adquiere una fuerza especial.

En cuanto a los inicios, Jim y Darcy tenían ganas de montar algo y yo justo acababa de terminar con Whipper, mi banda anterior; Roland se unió al bajo y como necesitaban un batería y yo llevaba unos seis meses sin hacer nada, me animé. Pero soy muy malo tocando, solo sé tres ritmos básicos, y me estaba aburriendo bastante, así que les pedí si podía cambiar a la guitarra, que se me da mejor, y por suerte accedieron. Nuestro sonido empezó a evolucionar de un rollo hardcore a algo más refinado o abierto con las dos guitarras. 

¿Cómo recuerdas la grabación de vuestro primer EP New Vietnam?
Ensayábamos un par de veces por semana y cuando juntamos siete canciones que nos gustaron lo suficiente viajamos 16 horas de Melbourne a Geelong para grabar en el estudio de Billy (Gardner) de Anti-Fade Records. Ese sitio tenía algo especial, cierta magia a pesar de ser como una caja de zapatos (risas). Grabamos los siete temas del tirón en un día, nos dijo que quería editarlas él mismo y le dijimos que adelante. Aún no habíamos tocado en directo, dimos dos conciertos y creo que para el tercero ya teníamos las copias físicas del EP.

Billy ha sido alguien fundamental para la escena, sin Anti-Fade dudo que muchas bandas hubieran podido sacar su material y con el prestigio que Billy tenía como miembro de Ausmuteants, The Living Eyes y sus otros proyectos, que te editara en su sello era como un sello de garantía porque si miras su catálogo es innegable que tiene olfato para detectar bandas especiales. Si lo pienso, no sé quién hubiera editado todo este material antes de la aparición de Anti-Fade en 2011, pero es una suerte y tenemos que estarle agradecidos a Billy por su trabajo y entusiasmo. Por cierto, te recomiendo el siete pulgadas de nuestros colegas de Phil & The Tiles, es acojonante.

Foto: Marcus Cobyn
Foto: Marcus Cobyn

Suele decirse que es mejor no conocer a tus héroes, pero cuando leo a bandas hablando de Rob Younger comentan que grabar con él refuta de raíz esa precaución. 
Antes de conocerle estábamos algo intimidados; ya sabes “es una leyenda, pero cómo será trabajar con él”. Pero desde el primer momento fue super cercano y agradable y aprendimos muchísimo viéndole trabajar. Después de New Vietnam y Future Forecast queríamos probar algo distinto, evolucionar de algún modo para ver hacia dónde podíamos llegar y esa fue la motivación para contactar con él. Escuchando todos los fantásticos discos que ha producido hay algo en común que nos atraía mucho, una riqueza en cuanto a melodías, un detalle especial en las armonías de guitarras y un sonido de batería muy distintivo. Y es genial trabajando la parte vocal, sé que para Jim ha sido una experiencia muy enriquecedora escuchar sus consejos sobre cómo trabajar el fraseo; no se me olvida la imagen de Rob dándole indicaciones muy precisas sobre cómo arrancar «End of the Line» y luego escuchas el tema y es una pasada. 

Igual de crucial es la labor de Mikey Young, la persona de referencia en Australia para mezclar y masterizar. ¿Qué tiene de distintiva su manera de trabajar y cuán importante es el legado de su banda Eddy Current Suppression Ring para la generación posterior?
Es muy fácil trabajar con él, ha producido discos increíbles, es realmente rápido y es realmente barato (risas). Es un tipo humilde que facilita mucho las cosas, da excelentes consejos y si uno piensa en su trayectoria, es algo admirable. Vi a Eddy Current en directo en 2009, cuando tendría unos 18 años, y puede que sea uno de los mejores conciertos que haya visto jamás. Causaron un gran impacto cultural en toda la escena musical australiana y es innegable que el distintivo tono de la guitarra de Mikey sigue muy presente en un buen puñado de bandas que surgieron después. Cuando se reunieron en 2019 –con All in Good Time, n.d.r.–, anunciaron un par de bolos y las entradas se agotaron en pocas horas; estaba en el curro, miré el móvil, vi el anuncio, pensé “voy a comprar un par de entradas cuando pare para comer” y nada, demasiado tarde. 

En 2018 un informe revelaba que Melbourne era la ciudad con más salas de conciertos por habitante del mundo, pero ese mismo año Sídney perdía uno de sus escenarios más icónicos, The Basement. Pasada la pandemia, ¿cuál es la salud del circuito de salas en ambas ciudades?
Históricamente, en Melbourne siempre ha existido un apoyo institucional a la cultura, algo que ha beneficiado a las bandas locales y a todos aquellos que han querido sacar adelante proyectos musicales, desde sellos, promotoras o espacios para la música en vivo. Sídney es otra historia, hay políticas más restrictivas, con controles policiales en las salas de conciertos de vez en cuando en busca de drogas o para comprobar permisos. Existen salas grandes, pero no hay tantas opciones para grupos de nuestro tamaño o que estén empezando y busquen un espacio para unas 300 personas. Dicho esto, nada puede detener una escena local tan potente como la de Sídney, así que cuando no encuentran una sala para tocar siempre hay alguien dispuesto a prestar su casa, el almacén de un familiar o a organizarlo todo para que el concierto suceda debajo de un puente. Ante las dificultades el arte siempre suele fortalecerse como vehículo de expresión.

CIVIC
Taken by Force

Cooking Vinyl Australia / ATO Records / PIAS

A veces sucede que estamos en nuestra tienda de discos favorita buceando entre las novedades, taquigrafiando vinilos como posesos y, de repente, nos deslumbra cual fogonazo la portada del disco de una banda de la que no sabemos absolutamente nada. Nuestra intuición hace clic, el tiempo se ralentiza, elevamos ese enigmático álbum por encima de sus compañeros de cubeta y pensamos “esto hace muy buena pinta, me lo llevo”. Ojalá en alguna parte del mundo alguien viva un fogonazo similar al darse de bruces con la portada del Taken By Force de CIVIC y su fotografía del surfero con cara de pillo deslizándose por el tubo de una ola. ¡Maldita sea, ojalá ese alguien fuera yo! 

“El disco de CIVIC es un compendio de todo lo mejor de la música australiana, un relevo de los clásicos en toda regla: Saints, Scientists, Radio Birdman, New Christs… El otro día iba por la calle escuchándolo y no sabía si llorar o darme de hostias con quien me cruzaba. Me hizo sentir otra vez ese vigor juvenil que tenía en casa de mis padres cuando me ponía los discos para salir del atolladero mental que tenía con 19 años. Ahora mismo, tengo ganas de abrir la ventana, sacar los altavoces y joderle la vida a mis vecinos”. David Jiménez-Zumalcárregui, de la promotora Heart Of Gold, me hizo llegar vía whatsapp su excitación ante el segundo elepé del quinteto de Melbourne a las pocas horas de su salida oficial; llevaba semanas gozándolo vía adelanto digital para cerrar la primera visita a nuestro país, prevista para junio, de una banda que lo tiene todo para convertirse en favorita del ruterío aussie nerd. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?…

En 2018 dos EPs en el sello Anti Fade, New Vietnam y Those Who No, convierten a CIVIC en la nueva comidilla de la escena local gracias a su aplastante amalgama de punk setentero y riffarama ashetoniano, con guiños al vacileo navajero de Lou Reed («Street Machine Dream») y una relectura hooligan del «Needle in the Camel’s Eye» de Brian Eno. Los dos cortes del 7” Selling, Sucking, Blackmail, Bribes (2019) son nitroglicerina envasada al vacío que no escapa al radar de un Henry Rollins que les bendice en su programa de radio; en marzo de 2020 se presentan a un público mayoritario en el festi australiano Golden Plains –junto a Pixies, Sleaford Mods o Hot Chip– y a finales de ese mismo año pandémico lanzan un nuevo single con una flamígera versión del «Making Time» de The Creation y un «Radiant Eye» que terminará abriendo su LP de debut, un Future Forecast (Fightless Records, 2021) que arrolla con el ciclópeo frenesí de esos gigantes del proto-punk australiano a los que citaba el capo de Heart Of Gold. 

Cuando clavamos la aguja en Taken By Force una sirena y el redoble de un tambor nos ponen en alerta para la que se nos viene encima. ¿Recuerdas la secuencia de Apocalypse Now en la que un enajenado Coronel Kilgore obliga a sus soldados a salir a surfear en pleno combate con el Vietcong? Los chavales de CIVIC se lanzan a cazar olas durante media hora con cegada convicción pero sabiamente guiados a los controles por un Rob Younger que, como nos contará el guitarrista Lewis Hodgson en la entrevista que publicaremos en mayo, les ha ayudado a poner en valor aquello de ‘menos en más’ para oxigenar las canciones, enriqueciendo su fulgor melódico –las 12 cuerdas que abren el corte titular, los arrebatadores cinco minutos de «Trick of the Light», el embrujo cabaretero de «Neighbourhood Sadist», la épica final de «Blood Rushes»—, sin por ello olvidar lanzarnos knockouts marca de la casa («Fly Song», «Born in the Heat») o regalarnos un himno über-pop al (des)amor («Time Girl») que firmarían gustosos Deniz Tek o Kent Steedman. Mientras escucho el oleaje que cierra el disco, elevo su funda con las manos, miro fijamente al aguerrido surfero y pienso “me gusta el estruendo de un riff australiano por la mañana… Suena a victoria.”

Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66 (mayo & junio 2023)




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