CREEM. Es solo periodismo musical, pero me gusta

Nueva York, agosto de 2001. Dos semanas antes de que los esbirros de Osama Bin Laden reduzcan a escombros las Torres Gemelas, me encuentro en la ciudad que nunca duerme con una misión diametralmente opuesta: entrevistar a Terry Adams de NRBQ en la que será mi primera colaboración con Ruta 66. A pocas horas del encuentro, cruzo el umbral de la librería Strand y recorro sus quilométricas estanterías hasta dar con un ejemplar de la reedición que Serpent’s Tail acaba de lanzar de Psychotic Reactions and Carburetor Dung, la icónica antología del inmisericorde rock critic Lester Bangs, originalmente publicada en 1987.

Un año antes de mi viaje iniciático, Ignacio Julià –que acabaría traduciendo el volumen para la edición en castellano de Libros del Kultrum, 2018— había reseñado en estas mismas páginas Let It Blurt: The Life and Times of America’s Greatest Rock Critic, la biografía de Bangs escrita por Jim DeRogatis y publicada con antelación al estreno de Almost Famous. La película donde Cameron Crowe rememora libremente sus precoces inicios en el periodismo musical alentó un renovado interés por el más legendario de los críticos musicales, en gran parte gracias a la electrizante encarnación que de éste hizo el añorado Philip Seymour Hoffman. El mito Bangs refulgía en pantalla: el carisma arrolladoramente gonzo y la apasionada perspicacia con la que desmenuzaba cual fuera el objeto de sus mordaces diatribas, también el reverso solitario, en ocasiones huraño, de alguien en constante lucha contra el mundo. Para el cronista reconvertido en director, Bangs fue el mentor y amigo que siempre estaba en casa, al otro lado del teléfono, cuando necesitaba recordar cuál era el sentido último de escribir y, en consecuencia, de la vida: “lo único que vale la pena en este mundo en quiebra es lo que compartes con alguien cuando no eres cool”. 

Barry Kramer y Lester Bangs en 1976. Foto: John Collier

Detroit, invierno de 1969. Barry Kramer tiene 26 años y una mentalidad de emprendedor voraz. Es propietario de una tienda de discos y otra para fumetas; también dirige una agencia que gestiona a bandas locales, pero necesita otro proyecto que le estimule. Cuando Tony Reay, dependiente en su tienda, le comenta la idea de crear una nueva revista musical, Kramer invierte 1.200$ para hacerla realidad. En marzo aparece el primer número de CREEM –así llamada en homenaje a la banda favorita de Reay, Cream— y rápidamente empieza a calar entre una juventud local necesitada de un medio que plasme lo que acontece en unas calles que hierven con las soflamas del colectivo White Panther y por la fiereza que expelen los elepés de MC5, The Stooges, Mytch Rider & The Detroit Wheels, Grand Funk Railroad, Amboy Dukes y otros forajidos de una escena radiografiada por Kramer, Deday Larene y un jovencísimo Dave Marsh en el artículo «The Michigan Scene Today!», publicado en abril de 1970. La editorial de ese mismo número, que celebra su primer aniversario, sella negro sobre blanco cual es la misión persigue la cabecera: “Deseamos aportar una perspectiva fresca, urgente y desbordante en energía con la que influir en nuestra cultura. Somos una revista de rock’n’roll, con todo lo que ello implica. Nuestra cultura es una cultura rock’n’roll. Nosotros somos gente rock’n’roll”. Y no hay nadie más rock’n’roll que Lester Bangs, que será su editor entre 1971 y 1976.  

Nada mejor para calibrar la plasmación de tan desbocada, ambiciosa raison d’etre que ver CREEM: America’s Only Rock’n’Roll Magazine, el documental de Scott Crawford estrenado el pasado año, coincidiendo con el 50 aniversario de la revista. Producido por Jan Uhelszki –una de sus redactoras más emblemáticas– y J.J. Kramer –hijo del malogrado fundador, fallecido por una sobredosis accidental en 1981; Bangs le seguiría, en similares circunstancias, quince meses después—, el filme nos permite asomarnos al bullicioso cuartel general de CREEM, más parecido al intoxicado backstage de un bolo de la época de Aerosmith que a una redacción convencional como, por ejemplo, la de la rival Rolling Stone. Además, los testimonios de Alice Cooper, Wayne Kramer, Joan Jett, Gene Simmons, Chris Stein, Suzi Quattro, Michael Stipe o Thurnston Moore ayudan a entender el impacto cultural que la revista supuso para toda una generación de estadounidenses. 

Quien desee profundizar en la materia puede acudir al volumen editado por Harper Collins en 2007 que recopila una muestra significativa de los artículos publicados entre 1969 y 1988. Por ejemplo, la mejor crónica jamás escrita de un concierto de The Who (Dave Marsh, 1971); el cara a cara entre Nick Tosches y un hastiado Screamin’ Jay Hawkins en el hotel donde malvive con su mujer y un “odioso gato siamés de cuatro meses llamado Cookie” (1973); Bangs explicando por qué The Stooges “es una de esas raras bandas con una visión” en la época de Raw Power (1974); The Clash interrogados durante su segundo tour estadounidense (Joe Strummer a Dave DiMartino: “¿por qué cojones debería hablarte de mis asuntos de negocios?”; 1979) o un resignado Johnny Cash diciéndole a J. Kordosh que “quizá algún día se me reconozca, no lo sé” (1988). La Biblia… Boy howdy!

Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66 (noviembre 2020)
Creem renace en formato digital y en edición impresa cuatrimestral. Más info en www.creem.com

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