
Amyl and the Sniffers, el elepé de debut, fue nuestro disco del mes en el extra de verano de 2019; Comfort to Me, el mejor disco de 2021 a juicio de los redactores. El siguiente capítulo parecía obvio: suya es la flamante portada de este mes. En paralelo a estos cinco años de idilio in crescendo con el cuarteto de Melbourne, la humanidad no ha aminorado su desaforada estampida hacia el cataclismo: la pandemia nos confinó a todos, enriqueció a los de siempre y alentó a las hordas conspiranoicas; el calentamiento global sigue agitando los ciclos naturales y nos acerca cada día que pasa a un punto de no retorno; el auge de la extrema derecha radicaliza la dialéctica política y el debate a pie de calle o al otro lado de la pantalla; y, pescando como siempre en río revuelto, la industria armamentística nutre con su arsenal de odio y destrucción las 56 guerras que permanecen activas a día de hoy, el nivel más alto de conflictos desde la II Guerra Mundial.
“El futuro se vislumbra como algo oscuro y aterrador, pero no quiero aceptar que ya está todo decidido, que nuestro único destino es la más deprimente resignación ”, reflexiona Amy Taylor desde Los Ángeles, donde se ha instalado hace pocos meses con su compañero Declan Mehrtens. “El presente se presenta caótico y sin duda distópico, pero yo quiero fijarme también en aquello que me da esperanza: la belleza, el amor y la pura diversión.” Esa tensión entre una pavorosa incertidumbre y una exultante vitalidad hace gravitar Cartoon Darkness (Rough Trade / Popstock!), un tercer álbum con el que Amyl and the Sniffers se consagran como una de las grandes bandas de rock del panorama actual. Lo hacen sin traicionar su propensión a buscar bulla y a cabalgar a lomos de una venérea procacidad que ya abofeteaba al respetable en «Pleasure Forever», el tema que abría su primer EP Giddy Up! (2016) con estos jugosos versos: «Todo lo que quiero es algo de pasta, dinero contante / Y unos labios dulces en el césped / Sé que quieres probar mi miel / Sí, sé que quieres mi culo”.
Ocho años después, Cartoon Darkness arranca con Taylor escupiendo en «Jerkin’» toda su rabia en la cara de los los trolls machirulos que, parapetados detrás del cobarde anonimato digital, constantemente tratan de denigrarla por cómo se mueve, cómo se expresa o cómo se viste dentro y fuera del escenario; por ser una mujer empoderada, básicamente: “Eres un jodido imbécil / Un gilipollas / Cada vez que hablas balbuceas, refunfuñas / Tienes que limpiarte la boca después de hablar porque es un agujero del culo”. Un furioso uppercut rítmico edificado sobre un riff primitivamente efectivo que contrasta, lírica y melódicamente, con el corte que mejor ejemplifica la vocación exploratoria con que la banda ha asumido el siempre difícil tercer álbum: «Big Dreams».
Como una suerte de balada polvorienta, su tema más armónicamente sereno le sirve de vehículo a Taylor para meditar sobre los anhelos –vitales, creativos– todavía no materializados y cómo no por ello debemos restarles su valor como fuerza cinética de nuestro día a día. Una canción-cumbre que de forma inesperada pero hermosa conecta a Taylor con Henry Lawson, el célebre autor australiano de principios del siglo XX quien en su poema The Wander-Light escribió “Y mis sueños son sueños extraños, sueños de día, sueños grises / Y mis sueños son sueños salvajes, sueños viejos y nuevos / Me acechan y me asustan con temores del mañana. / Mis hermanos dudan de mí, pero mis sueños se cumplen.»
A tenor de la excelente acogida que está recibiendo Cartoon Darkness y repasando los (cada vez más) grandes recintos en los que actuarán en su próxima gira de 2025 –por el momento sin fechas anunciadas en nuestro país–, nos alegra constatar que se están materializando los anhelos de estos cuatro colegas que empezaron armando bronca en los garitos más pequeños del circuito aussie. Han sido ocho años de trabajo denodado y crecimiento artístico y personal en los que Taylor, Mehrtens, Wilson (Bryce, batería) y Romer (Gus, bajista desde finales de 2017) han sabido preservar su hermandad con la inestimable ayuda de unos colaboradores que conforman el equipo de confianza de la banda: Simone Ubaldi, mánager desde sus inicios junto a su socio Andrew Parisi; Nick Launay, productor de Cartoon Darkness y responsable de la mezcla de Comfort to Me; John Angus Stewart de PHC Films, realizador de los videoclips de sus dos últimos álbumes; y Jamie Wdziekonski, su fotógrafo de directo “oficial”. Los testimonios de Ubaldi y Launay aportan interesantes perspectivas sobre la irrefrenable trayectoria de unos Sniffers turbopropulsados hacia la cima del rock’n’roll.
Amy, en el certamen BigSound 2024 diste un discurso, divertido y emotivo a la vez, donde hablabas de esos grandes sueños que han sido el motor de tu vida desde pequeña. ¿Cuán importante ha sido para ti plasmar esa fuerza catalizadora en «Big Dreams», uno de los temas más destacados del nuevo álbum?
Amy: Siento que mucha gente a mi alrededor está trabajando muy, muy duro para salir adelante en una industria tan complicada como es la creativa, ya sea como músico, escritor, pintor…. Supongo que es mi manera de recordarnos a todos que aunque estemos en un proceso de recesión global, o así al menos lo creo yo, no deberíamos tomárnoslo como algo personal y dejar que eso influya en nuestro arte, ni nos haga dudar de nuestro talento o menoscabar nuestro esfuerzo. Simplemente, vivimos en un mundo muy duro. Para mí, esa canción es un recordatorio de que no puedes quitarle el talento a alguien; incluso si no le pagan o no llega a triunfar, sigue siendo increíble ver a alguien haciendo aflorar su arte.

A nivel musical intuyo que también ha sido todo un desafío porque la canción se construye sobre una melodía a fuego lento que era territorio desconocido para vosotros. ¿Cómo afrontasteis su composición?
Amy: Estábamos Dec y yo a solas en el estudio; empezó a tocar el riff con un montón de reverb y me encantó. Saqué el móvil y grabamos un demo en el momento. Hubo algo nuevo en esa forma espontánea de sacar adelante la canción que fue estimulante y divertido para ambos. La tocamos un par de veces y la versión que hay en el álbum es casi exactamente igual, con el primer verso y el estribillo con la misma parte de guitarra para ambos. Intentamos un par de veces meter a la banda y convertirla en una canción más rockera, pero pensamos «no, vamos a dejarla como está». Me gustan las canciones sencillas y con un montón de reverb, al estilo de Chris Isaak o Lana Del Rey, y «Big Dreams» es nuestra humilde aportación a ese cánon.
Después de Comfort to Me, un álbum cuya gestación estuvo marcada por la pandemia pero que os reportó vuestro segundo premio ARIA y que presentasteis incansablemente por todo el mundo, ¿cuándo empezasteis a esbozar las nuevas canciones?
Amy: Lo escribimos entre finales del pasado año y principios de este, porque somos personas súper ocupadas. Cuando volvíamos a Melbourne después de una gira, nos juntábamos todos e íbamos escribiendo y ensayando. El mantra para los chicos era “no nos censuremos nada, seamos creativos y probemos cosas por muy raras que nos parezcan o por mucho que no nos suenen a Amyl”. El espíritu era de experimentación y diversión.
Declan: Sí, juntarnos los tres sin Amy con esa mentalidad nos permitió descubrir cómo queríamos estructurar las sesiones para que fueran emocionantes, porque si intentas escribir tres canciones en un día y todas tienen la misma estructura, al final no tienen emoción. Así que todo el proceso consistió en intentar sorprender a Amy cuando se unía a nosotros en el local y escuchaba lo que habíamos hecho ese día. Explorar diferentes géneros era una forma de mantenernos frescos, ¿sabes?
En este sentido, ¿cuán importante ha sido el productor Nick Launay en esta exploración? ¿De qué manera creéis que su dilatada experiencia os ha proporcionado la confianza necesaria?
Declan: Su habilidad técnica como productor es única. Tiene una comprensión increíble de los componentes electrónicos de un estudio, si escuchas bien los discos en los que ha trabajado, de Midnight Oil a Idles, pasando por Silverchair o Nick Cave, puedes apreciar su impronta en el sonido tan particular que logró extraerles. Además, con una carrera de cuatro décadas, tiene mucha experiencia trabajando con artistas y por eso supo cómo sacar lo mejor de nosotros como intérpretes. Debido a sus inicios produciendo a bandas de post-punk, un género muy rítmico, creo que pudo aplicar esa concepción rítmica a Amyl and the Sniffers, especialmente en canciones como «You Should Not Be Doing That» o «Bailing on Me».
Bryce: Grabar con Nick en el estudio de Dave Grohl fue una auténtica locura; es como un complejo de almacenes reconvertido en un inmenso estudio de grabación con el material más alucinante que te puedas imaginar. Los ingenieros que trabajan allí son increíbles y tuvimos acceso a montones de amplificadores, guitarras, cajas de batería… ¡Había una caja de batería que la había tocado el de Queen! Y, obviamente, estaban ahí las baterías y amplificadores de Foo Fighters.

El álbum se abre con «Jerkin», un bofetón con la mano abierta trufado de palabras malsonantes. Es una pena que haya tenido que ser editada para poder ser emitida en según qué emisoras…
Amy: No creo que ninguna radio del Reino Unido o de Estados Unidos la vaya a poner. También tenemos una foto promocional en la que los chicos salen sin camiseta que no podemos usar en no sé qué mierda de plataforma por mostrar desnudez. Es un momento muy raro para ser artista porque el algoritmo dicta hasta dónde puedes llegar y a menos que estés «haciéndole la pelota», censurándote y actuando tal y como a él le gusta, puedes quedarte bastante atrás como artista. Es muy decepcionante que la gente no pueda tener acceso a un arte más libre, atrevido o heterogéneo, todo acabará siendo más domesticado si las ventanas de promoción marcan estas normas tan restrictivas. Para nosotros, que somos una banda cruda y nada complaciente, puede ser complicado llegar a ese público que podría conectar con nuestra manera de expresarnos. Pero bueno, el próximo video va a tener un montón de desnudez y palabrotas; no sé qué impacto tendrá eso en nuestra carrera, pero es el tipo de música y de arte que hacemos.
Amy, cuando en «Me and the Girls» cantas eso de “Yo y las chicas borrachas en el aeropuerto / ¿Te lo puedes creer? ¡Barra libre!”, seguro que visualizas a unas amigas en concreto, ¿me equivoco?
Amy: (Risas) A ver, cuando escribí esta canción me imaginé quién podría escucharla y, claro, hay dos chicas que trabajan en Rough Trade que, cuando pienso en emborracharme en el aeropuerto, las primeras caras que me vienen a la mente son las suyas, porque son como una sola persona. Luego tengo dos amigas en Australia, Mel Wilson y Charlotte Brennan, con las que crecí y que conozco desde que tenía seis años. Me encantaría emborracharme con ellas. No las veo mucho porque viven en Brisbane, pero me imagino que sería una forma divertida de decir “¡que se joda el mundo con el mundo, vamos al aeropuerto a emborracharnos!”.
Seréis crudos, malsonantes y os pegareis vuestras borracheras, pero también mostrais un compromiso con la realidad social que os ha tocado vivir. Cuando en septiembre tocasteis en The Croxton Bandroom, en Melbourne, disteis todos los beneficios del merchandising al Asylum Seeker Resource Center, una entidad que ayuda a los inmigrantes que llegan a vuestro país.
Gus: Siento que en nuestro entorno, en la escena musical en la que nos hemos formado, existe una conciencia social importante. En Melbourne hay protestas y manifestaciones frecuentemente por estas causas. Es genial formar parte de esa comunidad, todo el mundo está motivado para atraer la mayor cantidad de atención posible hacia estos temas y nosotros intentamos ayudar siempre que podemos. Creo que al estar en una posición muy privilegiada, no solo como personas sino también por la plataforma que tenemos, es muy importante pensar en los que son menos afortunados que nosotros.

Otra lucha que cuenta con un respaldo notorio de las jóvenes bandas australianas es la de las Primeras Naciones, los aborígenes australianos. Lamentablemente, el referéndum celebrado en octubre para establecer una «Voz Indígena en el Parlamento» australiano arrojó un rechazo por parte del 60% de los votantes. ¿Cómo os sentís al respecto?
Amy: Para mucha gente de las Primeras Naciones que conozco estar bajo el escrutinio público y ser debatidos por la mayoría blanca fue una experiencia traumática, aunque había una parte significativa de esa comunidad que estaba en contra de dicha votación porque sentía que era algo meramente simbólico, superficial y de poco calado real. En cualquier caso, el resultado solo demuestra que todavía hay mucho racismo e ignorancia en nuestro país, algo que por otro lado ya sabíamos. Australia es el único país colonizado de la Commonwealth que no tiene un tratado con los pueblos indígenas; es algo que han estado pidiendo desde hace mucho tiempo, y que en 2024 aún no haya sucedido es una locura. Es una situación de mierda, es muy triste ver a los pueblos indígenas lidiando con eso.
Hablemos de un tema más agradable. Dec, en vuestra aparición en el What’s In My Bag? del YouTube de Amoeba Records, uno de los discos que elegiste fue el Smashed on a Knee de Powder Monkeys, la mejor banda de Melbourne de todos los tiempos según tus palabras. ¿Cuán importante ha sido para Amyl and the Sniffers el legado de los malogrados Tim Hemensley y John Nolan?
Declan: Eran increíbles. Me rompe el corazón no haberles podido ver en directo, es esa cosa de haber nacido en el momento equivocado. Aún no sé cómo Nolan conseguía ese sonido con su guitarra Les Paul, pero sin duda es una de mis mayores influencias como guitarrista. Dos semanas antes de que falleciera escribió este comentario en nuestro Facebook sobre un vídeo de un directo: “¡Espero que este show les enseñara a los británicos de qué va el Oz Rock!”. Desgraciadamente no lo vi hasta después de su muerte; pensé “qué putada no haberle conocido, pero qué genial que pensara así de nosotros”. Es una leyenda. El solo de «Security» es un guiño a él”.
Amy: Yo también pienso mucho en ese comentario porque hay personas de donde somos que no nos ven como una banda de la que sentirse orgullosos y que les representa, sino que nos perciben como una amenaza. Sí, hay mucha gente que nos apoya, pero también tienes la otra cara de la moneda, hay quien quiere derribarnos. Y ver a alguien tan legendario como él apoyándonos, animándonos y diciéndonos que sigamos adelante… A menudo me repito eso en mi cabeza: “si a él le gustábamos y le hacíamos sentir jodidamente orgulloso, ¡hagámoslo!”.
Para terminar, recuperé la publicación de febrero de 2016 del Instagram de Lunatics on Pogosticks, la anterior banda de Bryce, en la que se anunciaba el nacimiento de un nuevo proyecto llamado Amyl and the Sniffers. Han pasado ocho años; menudo viaje, ¿no?
Bryce: Esa banda estaba claro que no iba a ningún sitio, así que montamos los Sniffers para divertirnos un poco, pasarlo bien en algunas fiestas, tocar en casas, lo que fuera. Si echo la vista atrás, la verdad es que no creo que ninguno de nosotros esperara que llegaríamos tan lejos.
Declan: Al principio uno no cree que una banda como la nuestra pueda durar tanto y, de repente, estás grabando tu tercer álbum en el estudio de Dave Grohl y piensas «joder, algo que empezaste cuando tenías 21 años podría seguir resonando de manera fuerte cuando tengas 50, 60, 70 años».
Amy: Es una locura que hayamos llegado hasta aquí, estoy muy orgullosa de que todos hayamos mejorado en lo que hacemos y de que por el camino lo hayamos intentado todo. Nunca nos contenemos y siempre vamos con todo, incluso si es algo desconocido, incluso ante las críticas o el miedo. Seguimos haciéndolo porque nos encanta tocar en vivo y, lo más importante, estoy orgullosa de que sigamos siendo buenos amigos. Creo que es genial poder crecer porque comenzamos cuando yo tenía 20 años y Declan ahora acaba de cumplir 30. Esta es nuestra vida. Y es genial pasarla con personas a las que no odio.

SIMONE UBALDI, LA MANAGER
“Mi socio Andrew Parisi y yo gestionamos The Croxton Bandroom, un local con capacidad para 1.000 personas en Melbourne. En 2017 Amyl and the Sniffers actuaron en la sala pequeña y su concierto fue un caos total, pero ya entonces había algo en ellos que resultaba mágico. Más tarde esa misma noche, Andrew se encontró por casualidad con Declan y Amy por la calle. En ese momento la banda empezaba a recibir ofertas y a llamar la atención de agentes y managers locales, así que ambos le pidieron consejo. Durante varios meses, se reunían una vez a la semana para tomar un café y Andrew les daba recomendaciones porque le caían bien y eran muy jóvenes; no quería que se aprovecharan de ellos.
Tardaron casi seis meses en pedirle formalmente que fuera su manager, fue un proceso orgánico. Unos seis meses después, cuando su carrera internacional empezó a coger ritmo, Andrew me involucró a mí. Él tiene mucha habilidad para manejar las relaciones humanas, mientras que yo estoy más en los detalles. Lo que la banda buscaba, básicamente, era trabajar con gente en la que pudieran confiar. Andrew les hizo una pregunta muy directa al principio: «No hace falta que se lo contéis a vuestros amigos punk en el bar, pero a mí sí: ¿queréis ser una banda exitosa, profesional e internacional?». Dijeron que sí, sin dudarlo. Esa era la única condición para seguir adelante: saber que realmente lo deseaban.
Desde el primer momento, Amy brillaba con luz propia. Es como un ser mitológico en el escenario, un unicornio mágico, y siempre ha sido así. La banda escribe canciones poderosas y pegadizas, y siempre ha cuidado mucho su estética. Además, supieron adelantarse con el uso de las redes sociales; desde el principio daban la impresión de presentar un mundo completamente pensado, algo que fue clave para conectar con su base de seguidores.

Al crecer como banda, han tenido que enfrentarse a las críticas de algunos de sus seguidores más puristas, los que no quieren que «su» grupo tenga grandes ambiciones, expanda su sonido o toque en recintos más grandes. Nuestro consejo ante eso siempre ha sido claro: que se jodan. Los punks pueden ser de lo más cerrado y aburrido. ¿A quién le importa lo que piensen?
En cuanto a su carrera internacional, la primera chispa se encendió cuando actuaron en The Great Escape, en el Reino Unido, y desde entonces no han dejado de crecer en Inglaterra. Su primera gira por Estados Unidos, teloneando a King Gizzard, también les abrió muchas puertas allí. Con el tiempo, han sorprendido al público con sus apariciones en festivales como Primavera Sound, Rock Werchter, All Points East y Rock en Seine. Al principio, nuestras giras eran rentables gracias a que llevábamos un equipo mínimo y una producción muy ajustada, mientras la banda ofrecía actuaciones arrolladoras. Sin embargo, a medida que los recintos se hacen más grandes, eso ya no es sostenible y los presupuestos se han vuelto mucho más estrictos. Nos esforzamos por conseguir los mejores acuerdos para la banda y defendemos, siempre que podemos, un trato más justo para los artistas en el circuito de giras. El panorama está lleno de intereses corporativos que buscan maximizar los beneficios a costa de los conciertos y del público de los artistas.
Lo que más me enorgullece de ellos como banda no son sus logros profesionales, sino que son personas felices, relativamente saludables y que tratan bien a quienes los rodean. Eso me satisface más que cualquier otro éxito”.
—-
NICK LAUNAY, EL PRODUCTOR
“Conocí a Amyl and the Sniffers en Melbourne gracias a mi amigo Wally, de The Meanies, un músico que siempre está al tanto de las nuevas bandas. Un día, mientras estábamos en su casa, escuché una banda punk sonando de fondo. Me llamó mucho la atención porque tenía un sonido crudo y enérgico que me recordaba al punk de 1977, el rollo que me obsesionaba cuando era adolescente. Primero pensé que era una banda inglesa, pero luego me di cuenta de que la vocalista tenía acento australiano. Wally me contó que se llamaban Amyl and the Sniffers y desde ese momento me intrigó la idea de trabajar con ellos.
Años más tarde, los vi en directo en Los Ángeles: la energía que transmitían era increíble y Amy noqueaba al público con su carisma y su estilo desenfadado. Tras el show, me acerqué a sus managers y comenzamos a hablar sobre la posibilidad de colaborar, de producir su segundo disco. Sin embargo, la pandemia lo detuvo todo, tuvieron que grabar en Australia con un productor local y yo me hice cargo de la mezcla desde mi casa-estudio de Los Ángeles. Un momento memorable fue cuando Amy me pidió cambiar la mezcla de «Hertz». Me dijo que sonaba como un Lamborghini, demasiado pulida y cara; quería que sonara más como un Subaru, cruda y auténtica, más cercana a lo que es la banda en vivo. Ajusté la mezcla para darle ese toque más «barato» y descontrolado que buscaba y su reacción fue genial. Así es como trabaja: busca transmitir la emoción del momento.

Con el tiempo, nos volvimos más cercanos, y cuando las restricciones de la pandemia empezaron a relajarse, tuve la oportunidad de verlos en un concierto en Londres. Fue una de las actuaciones más descontroladas a las que he asistido, con el público completamente entregado. Esa experiencia nos unió aún más y seguimos en contacto durante sus giras, hasta que finalmente decidimos grabar el nuevo álbum. Sabía que necesitábamos un estudio analógico, con equipos vintage, para capturar ese sonido crudo y auténtico que define a la banda. Recordé que Dave Grohl tenía un estudio privado, que no se puede reservar, con exactamente lo que necesitábamos: consolas Neve y API, micrófonos clásicos y más de cien amplificadores de guitarra. Me puse en contacto con su manager, John Silver, y sorprendentemente, tanto John como Dave eran grandes fans de la banda y nos dejaron usar su estudio a un precio muy, muy económico, lo cual fue un gesto increíble de generosidad.
Cuando visité el estudio con mi hija para echar un vistazo supe que era el lugar perfecto para grabar el álbum. Es enorme y está equipado con todo lo que puedas imaginar, desde micrófonos hasta kits de batería de todos los colores y marcas; es básicamente el santuario de Foo Fighters, con muchos equipos antiguos de Nirvana también. Además, dado que la banda no tenía todo su equipo porque viajaba desde Australia con solo algunas guitarras, Dave nos permitió usar todo lo que quisiéramos, un sueño hecho realidad. La grabación fue una experiencia fluida y enriquecedora. Ya conocía a la banda muy bien y como habíamos ensayado bastante antes de entrar a grabar, todo fluyó de manera natural. Trabajar en un ambiente tan bien equipado y con un equipo tan talentoso nos permitió capturar exactamente lo que la banda quería transmitir: ese sonido crudo y visceral que les caracteriza.

Uno de los momentos más especiales fue la grabación de «Big Dreams». Fue un proceso de ensayo y error, experimentando con diferentes arreglos y sonidos de guitarra, usando reverbs y delays para crear una atmósfera envolvente. Amy grabó la voz en una sola toma, algo que a veces ocurre mágicamente en el estudio; su interpretación en esa canción es más suave, más vulnerable, lo que muestra una faceta diferente de su estilo vocal. Por otra parte, tiene un enfoque único para escribir letras porque, a diferencia de la mayoría de los artistas, no organiza las letras de forma convencional. Lo que hace es escribir muchas frases que riman, pero no las coloca en un orden fijo. Durante las grabaciones, tiene su portátil lleno de estas frases y, mientras la banda toca, ella decide en el momento qué decir y cuándo decirlo. Esto significa que cada toma es diferente, lo que le da a cada canción una sensación de espontaneidad y frescura. Recuerdo que me dijo “Soy una rapera”. Y tenía razón: su enfoque es rítmico y directo, como el de un rapero improvisando. De hecho, cada vez que grabábamos una canción, ella cambiaba un poco las letras en cada toma. Esto, aunque puede parecer complicado, hacía que sus interpretaciones fueran realmente dinámicas y apasionadas.
En resumen, trabajar en este álbum fue una experiencia única, mucho más sencilla que en Comfort to Me, porque esta vez estuve involucrado desde el principio, lo que me permitió conectar de una manera más profunda con la banda. Creo que el resultado final es un reflejo fiel de su energía en vivo y de la evolución que han tenido como músicos”.
Nota: este es un texto creado a partir de las respuestas de Launay a una entrevista que podéis leer íntegra aquí
Texto: Roger Estrada
Collage: Trash to Heart
Publicado en Ruta 66 (diciembre 2024)




Deja un comentario