
En la pantalla de mi móvil aparece Ben Portnoy, batería / cantante de los de Sídney, sentado en la furgoneta que les lleva por autopistas francesas desde Biarritz –donde han aprovechado el día libre para surfear unas olas– hasta Lille. En cuatro días Children of Finland Fighting in Norway –C.O.F.F.I.N para los amigos– llegarán a Vitoria-Gasteiz y dejarán al público del Azkena Rock Festival boquiabierto con su inmisericorde tralla hard rock’n’rollera.
Como en otras bandas australianas de su generación, el estruendo y la furia que proyectan sus canciones –especialmente lacerantes las de sus dos últimas, abrumadoras rodajas Children of Finland Fighting in Norway (2020) y Australia Stops (2023)– son la ensordecedora materialización de la rabia y el descontento que sienten sus miembros –Portnoy, los guitarristas Abijah Rado y Aaron Moss y el bajista Kosty– al pensar en su país y en el mundo en general. Pero como bien explica mi interlocutor, todos necesitamos espacios para sacar nuestra vena más divertida y alocada, y no cabe duda que estos adorables hombretones la exhiben con orgullo allá por donde arrasan. Contando los días…
La última vez que te vi fue en el concierto de Split System en Barcelona, grabando en vídeo el asfixiante caos que se vivió en la sala Meteoro. ¿Cómo sienta tener esa conexión con una banda amiga que te anima a unirte a su gira?
Hablaba hace poco con un colega sobre cómo, en nuestro caso, la comunidad está muy ligada a la escena musical, tanto dentro como fuera de Australia. Split System son muy buenos amigos nuestros desde hace años, les conocimos con Stiff Richards y Legless Records, con los que sacamos Children of Finland Fighting in Norway –Aaron Mawson es guitarrista de ambas bandas y capo de uno de los sellos más importantes de la escena aussie de los últimos años, N.d.R.– Creo que fuimos nosotros quienes les hablamos de Meteoro porque fue allí donde actuamos por primera vez en Barcelona, así que fue un puntazo traerlos a un sitio tan mítico para la ciudad. Esa noche tocaron con una banda local increíble, Patrol, y nos quedamos a dormir en casa de uno de ellos. Luego seguimos de gira por Francia con The Lullies, la otra banda de Romeo, guitarrista en Patrol. Todo está conectado. Ese sentimiento de comunidad es algo que valoramos muchísimo, no creo que haya muchas formas de vida que te permitan tener esa red de amistades internacionales.
Justo este año celebráis el 20 aniversario de vuestro debut en directo teloneando a los Hard-Ons en el Manly Youth Centre de Sídney. ¿Qué sientes al echar la vista atrás?
Es una locura, la verdad. Cuando empezamos ni siquiera éramos adolescentes, teníamos 11 o 12 años. Seguir aquí, con las mismas ganas y la misma pasión, es muy especial. Y tener la posibilidad de compartir escenario con bandas que idolatrábamos de chavales como ellos, Celibate Rifles, Cosmic Psychos o Rose Tattoo, es un viaje total. Actualmente compartimos local de ensayo con Hard-Ons y Frenzal Rhomb, dos bandas a las que íbamos a ver siempre que podíamos. A veces lo piensas y dices: “Hostia, ¿en serio estamos tocando con ellos?”. Va todo tan rápido, y vas creciendo poco a poco, que no te das cuenta hasta que paras y dices: “¡Joder, que en unos días tocamos con John Fogerty de la Creedence!”.
La escena australiana vive un momento especialmente fértil. ¿Dirías que existe una red de apoyo entre bandas como Bad//Dreems, Amyl and the Sniffers, Stiff Richards, los grupos de Flightless y vosotros?
Para los grupos australianos girar por el extranjero supone un esfuerzo enorme y que la gente de fuera siquiera escuche tu música ya es complicado. Pero creo que todos tenemos ese espíritu DIY de apoyarnos entre nosotros y cuando una banda de casa lo peta fuera, eso te da energía. Grupos como Amyl and the Sniffers o The Chats han sido claves a la hora de abrir camino y mostrar al mundo bandas más pequeñas. Esa generosidad, ese compartir contactos y conocimientos, ha sido esencial. Una vez el público de fuera empieza a conocer más bandas australianas, las cosas se facilitan. En los últimos diez años, esa visibilidad ha crecido muchísimo, y con ella, el apetito global por nuestra música.
Creo que Eddy Current Suppression Ring fue una banda crucial a nivel local, que alentó a la actual generación de bandas a soñar con la posibilidad de tener cierta repercusión más allá de Australia.
Tuvieron una influencia enorme en toda la escena underground, mucha gente que conocemos empezó su banda gracias a ellos. Igual que la generación anterior, con Radio Birdman, New Christs, Celibate Rifles, los propios Hard-Ons… Veías un póster suyo de una gira europea en los 80 y pensabas: “Joder, si ellos pudieron, nosotros también”. Debo decir que Europa es un regalo. La gente aquí se interesa de verdad por la música; te cuidan, hay hospitalidad, y eso da mucha energía a las bandas. Estamos muy agradecidos a todas las salas, promotores y personas que hacen posible los conciertos. Que después de tanto viaje llegues a un sitio y haya gente que conoce tus canciones, eso es algo raro y emotivo.
Os descubrí con vuestro disco ‘homónimo’ de 2020, seguramente uno de los años más raros que hemos vivido jamás. ¿Dirías que marcó un antes y un después en vuestra carrera?
Fue un disco muy importante. Aquel fue un momento durísimo para todo el mundo: las relaciones personales, la salud mental, los lazos sociales… todo se tambaleó. Y claro, tocar en una banda es algo muy social, no solo con tus compañeros de grupo, también con toda la gente que ves en los conciertos, la red que se forma alrededor. Cuando todo eso desaparece, es un golpe muy duro. Nosotros íbamos a hacer una gira por Estados Unidos con Amyl and the Sniffers. Pedimos un préstamo con la idea de cubrir los gastos con la gira, vendiendo merchandising, dando conciertos… pero de repente se canceló todo. Perdimos ese dinero y el gobierno de EE. UU. no devolvió nada. El álbum lo habíamos grabado justo antes del confinamiento pero la discográfica que iba a sacarlo se echó atrás por la incertidumbre del momento, así que contacté con Aaron de Legless Records. En ese momento solo había editado cosas de Stiff Richards. Le pregunté si buscaba bandas nuevas y me dijo: “Tío, ni me hace falta escucharlo. Si lo habéis hecho vosotros, sé que está bien. Lo saco”. Y eso fue un chute enorme de confianza.

Hablemos del último disco, Australia Stops. El título suena casi como un diagnóstico: colapso físico, emocional, social… ¿Es una reflexión personal o un retrato colectivo de lo que está pasando en Australia?
Es curioso porque la primera vez que vi esa frase fue en la parte trasera de un camión. Es un eslogan del sector del transporte, “Without trucks, Australia stops”, pero esas dos palabras me impactaron. Australia Stops. Me parecieron mucho más potentes que un simple mensaje logístico. Empezamos a hablarlo con la banda y a reflexionar sobre cómo nos sentíamos respecto a ciertos temas sociales, políticos, culturales. Y veíamos que Australia, en muchos aspectos, iba siempre con freno de mano: con el matrimonio igualitario, con el reconocimiento a los pueblos originarios, con la emergencia climática… Mientras otros países avanzaban, nosotros nos quedábamos parados, o incluso íbamos hacia atrás.
Nos encanta nuestro país, pero hay aspectos que frustran mucho. Y esta frase nos servía para expresar esa sensación. Al mismo tiempo, nos gusta que venga de algo tan sencillo como la cultura camionera. Porque C.O.F.F.I.N también es eso: un equilibrio entre el comentario social y una cierta ironía popular. No pretendemos ir de expertos ni de profetas. Solo queremos hablar de lo que vivimos, compartir ideas, abrir conversaciones. Y admitir que no siempre tenemos la respuesta. Es importante no excluir a la gente cuando se habla de estos temas. Mejor reconocer nuestras propias dudas, y aprender juntos.
Hay una energía salvaje y gozosa en vuestra música. Aunque tenéis letras con crítica social, también hay un humor gamberro que me encanta. ¿Cómo mantenéis el buen rollo cuando el ánimo flojea o la carretera se hace cuesta arriba?
Somos unos payasos, tenemos un sentido del humor bastante ridículo. El humor australiano es muy nuestro: autocrítico, irónico, y sobre todo, no nos tomamos demasiado en serio. Y si alguien lo hace, le metemos caña, con cariño. Nos reímos de chorradas y nos vacilamos entre nosotros todo el rato, pero siempre con buen rollo. Forma parte de lo que somos, y también está en la música. Porque si todo fuera serio y grave, sería agotador. Igual que si todo fuera una broma, también cansaría. Hay que tener equilibrio.
Cuando eras un chaval, ¿qué bandas te marcaron? Y en tu caso, que eres batería y cantante, ¿hubo algún músico que te hiciera pensar: “Igual puedo hacer ambas cosas y conquistar el mundo”?
No sé si pensé en conquistar el mundo, pero sí en moverme por él con fuerza. AC/DC fue enorme para nosotros porque tener un grupo así en tu propio país es algo te marca. Luego vinieron los discos de Black Sabbath, canciones como « War Pigs», descubrir que Tommy Iommi perdió las yemas de dos dedos en un accidente… Cuando tienes 9 o 10 años, el hard rock setentero de Led Zeppelin, Judas Priest o Deep Purple te parece un universo mágico y misterioso. La música te remueve, te enciende, te cambia la mirada.
Lo de cantar y tocar a la vez, no conocíamos a nadie que lo hiciera. Al principio pensábamos: “Ya encontraremos un cantante algún día”. Pero no pasó y seguimos. Curiosamente, Ray de los Hard-Ons fue uno de los primeros en animarme. No sabía que en su formación original el batería cantaba, solo conocía la versión con Blackie al micro. Después del concierto, se me acercó y me dijo: “Tío, está muy guapo eso de tocar y cantar. No lo dejes. Es raro, pero mola”. Se me quedó grabado porque justo estábamos dudando si seguir con esa formación. Pero que alguien como él te dé ese empujón, te marca. Y ahora, con toda la historia que tenemos con ellos, lo valoro aún más. Fue un gran gesto.
Si tuvieras que embotellar el espíritu de C.O.F.F.I.N en una sola emoción, un gesto, un recuerdo… ¿cuál sería? ¿Algo que os haya acompañado todos estos años y que sigue latiendo cada vez que os subís a un escenario?
Hmm… Creo que sería aventura.
Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66 (septiembre 2025)



Deja un comentario