MY MORNING JACKET
Evil Urges
ATO / Rought Trade / Sinnamon
“Sly Stone es uno de los artistas más importantes e infravalorados que jamás ha pisado la Tierra. Creaba música sin ponerse límites, sin miedo, totalmente libre, pensando en que todo el mundo pudiera disfrutarla, más allá de su raza, sus creencias. Implicaba a la gente en sus canciones, joyas pop con las que aspiraba a implicar a todo el mundo, a hermanarlo. Necesitamos más creadores como él hoy en día. Sus canciones siempre me cargan de energía positiva y más cuando pienso que algunas de ellas las escribió en periodos tremendamente difíciles para él; era capaz de extraer belleza incluso cuando la vida le daba la espalda. Escucharle me da ganas de salir ahí fuera y hacer lo que tengo que hacer”. No es extraño que Jim James, el líder de My Morning Jacket, se sienta conectado con el bueno de Sylvester Stewart; ambos comparten una visión de la música como fuerza catalizadora de un sentimiento de hermandad, de tintes seudo-místicos, con el que ayudar a entender los claroscuros de un mundo a veces despiadado y cruel. Stone quería llevarnos a lo más alto, a trascender lo mundano, con su música, al tiempo que espoleaba a sus congéneres a alzarse para hacer frente a las injusticias, la triste realidad cotidiana. James, más críptico, aúlla sus inquietudes basculando entre lo emocional (la sobrecogedora plegaria «I Will Be There When You Die» de su debut, The Tennessee Fire) y lo metafísico (el animal, el demiurgo al que increpa en «Gideon», de su anterior y aclamado disco Z). “Hoy el mundo es un lugar confuso”, ha declarado recientemente James, “Hay cosas que la gente cosidera como buenas que, obviamente, son retorcidas, pero hay otras que considera malvadas que, evidentemente, no lo son. Sí, hay maldad en este mundo, pero Evil Urges trata de todas aquellas cosas que nos han dicho que son malvadas y en realidad no lo son”.
Ambición, valentía y determinación. Tras tres años de nerviosa espera, saciada en parte por el descomunal doble en directo Okonokos (2006), el tema que da título a su quinto disco, Evil Urges, se colgó en Internet como avanzadilla de lo que estaba por venir; contra todo pronóstico y a pesar de la experiencia previa de un Z que ya sorprendió a propios y extraños, el falsete de un James embutido en la piel de Prince, las segundas voces de sus compañeros en el estribillo y el ritmo percusivo de la base rítmica (el beat como nuevo centro neuráligo de su sonido, descentralizando el protagonismo de las guitarras), aumentaron el misterio que rodeaba a su nuevo álbum. “¿Qué viene después de Z?”, se preguntaba el puntilloso Stephen M. Deusner al final de su escéptica reseña del disco en Pitchfork. Ambición, valentía y determinación, decíamos. Mucha valentía, sin duda, es lo que les ha llevado a abrir el disco con «Evil Urges», «Touch Me I’m Going To Scream (Part 1) » y, muy especialmente, «Highly Suspicious», una freakada pseudo funky, con parón riffeante marca de la casa eso sí, que en Stereogum ya han calificado maliciosamente como “si los Alice In Chains de «Man In A Box» hubieran estado escuchando a Prince”. Pero, como el propio James ha reconocido, todo cambia a partir del cuarto tema, «I’m Amazed». Sigue avanzando el grupo con libérrima fe ciega en la aventura emprendida –iniciada por James a solas en Colorado, escribiendo y grabando las demos de treinta posibles nuevas canciones y materializada en los Avatar Studios de Nueva York en compañía del veterano productor Joe Chiccarelli (Elton John, Beck, Tori Amos, The Shins)–; pero reencontramos más claramente las señas de identidad del grupo que trascendió como nadie las etiquetas “alt-country” y “rock sureño”, amplificando el alcance de su mágica reverberación para arremolinar bajo su influjo a cuantas más almas mejor. El ritmo negroide que impregnaba varias piezas de Z –como el en su momento atrevido escarceo reggae de «Off The Record»–, empapa más concienciudamente el nuevo disco, hermanando las músicas del Sur como ningún otro grupo contemporáneo. La balada soul «Sec Walkin», mecida en steel guitar y embellecida con unos coros angelicales puro CSN&Y made in Motown, es un perfecto ejemplo de ello. James cita a Allen Toussaint como referente a la hora de hilvanar semejante maridaje country-soul: “Su disco Southern Nights es una de esas joyas desconocidas de nuestra música, en la que fundía sus influencias de forma maravillosa, del country-roots de The Band a su naturaleza más R&B”.
Si en la grabación de Z el grupo entendió que la nueva naturaleza de sus canciones exigía de ellos un esfuerzo por dejarlas respirar, por acometerlas sin la precipitada urgencia de sus tres primeros discos –grabados por ellos mismos en su Louisville natal–, en Evil Urges ya dominan plenamente su sentido del espacio versión 2.0; las distancias se acortan sin perder el infinito alcance del rumor de sus melodías, que ahora se adentran en el oyente de forma proporcional a como parecen obligarle a salir de su cuerpo para sentir más allá de su realidad física. Como Neil Young, My Morning Jacket te acarician en lo más íntimo al tiempo que te patean donde también duele para que pierdas el mundo de vista, algo que sienta bien cuando todo alrededor y/o dentro de ti se desmorona. La base rítmica formada por ese gigante batería con un corazón que no le cabe en el pecho llamado Patrick Callahan y ese risueño amo y señor del groove apodado “Two-Tone”Jimmy son en gran parte cómplices de James en su obsesión por hincharle el diente al hueso rítmico de su sonido; ellos, a diferencia del guitarrista Carl Broemel y el teclista Bo Koster que entraron en 2004, han hecho crecer a MMJ junto a James, siendo capaces de mutar de piel, de responder a su llamada, cuando surgió el desafío de Z. Sí, el arrojo guitarrero de «Aluminum Park» o «Remnants» siguen pateando la parte «One Big Holiday» de mi condición de fan de My Morning Jacket, pero a día de hoy, reconozco que, aunque fui de los que al principio Z pilló desprevenidos, hallo un placer más estimulante, más complejo y por tanto más cercano a mis emociones, en la escucha encadenada de «Smokin from Shootin» y «Touch Me I’m Going To Scream (Part 2)», ensoñadoras perlas de música retro-futurista que trascienden el corsé del término pop en una actualidad musical que de tanto jugar con él ha acabado por desnaturalizarlo, por borrarle su incomparable capacidad de sacudir los cimientos del alma y del mundo. Son las de My Morning Jacket buenas intenciones que debemos aplaudir desde aquí. Ambición, valentía y determinación. ¿El futuro? Dios, o Gideon, dirá. Por el momento: “Ok, cool…”
Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66