TOOL. Culto vivo

Tool Band

Después de nueve largos años, TOOL regresan a España para presentar “Lateralus” (Volcano/Zomba, 01), una obra desbordante y desbordada, caudalosa en minutos de subyugante intensidad, pero anegada por el recuerdo imborrable de una ola mayor, mucho mayor, “Aenima” (96). Al otro lado del hilo telefónico, el hombre que nunca estuvo allí.  La historia es la que sigue. Tras dos intentos frustrados para entrevistar al bajista Justin Chancellor, parece que al fin los astros de la promoción y el management se han conjuntado para que el encuentro se lleve finalmente a cabo. Un teléfono suena en la oficina del Mondo… Una luz roja se enciende… Conecto la grabadora… A través del altavoz, alguien comunica mi pena de muerte: “Hola, Roger. Te voy a pasar con Maynard. Espera un segundo”. El pánico atraviesa mi cuerpo como un relámpago; noto la frialdad con que me recorre la columna vertebral y como se ceba con mi garganta, incapaz de asimilar el acontecimiento que estoy a punto de vivir. El espectro habla: “Hola”. Silencio… “Hola, Maynard. ¿Cómo estás?”. Sudor… “Bien”. “¿Dónde estás ahora?”… «Creo que estoy en Holanda». Pausa. Rebobinemos: 21 de agosto de 2000, Washington DC, club Nation. Aguardo, con un nudo en el estómago, la inminente aparición en escena del hombre más enigmático del panorama rock actual. Un disco, “Mer De Noms”, y un grupo, A Perfect Circle, son la excusa perfecta para enfrentarme por primera vez a la visión en directo de uno de los seres que más ha atormentado mi condición de devorador musical. Hablo de los días de “Aenima”, claro. “La única manera de evolucionar como seres humanos es empezar a pensar fuera de los parámetros convencionales”.

Pero aunque ese no sea el año, ni evidentemente el disco, la experiencia será igualmente reveladora por mi enfermizo carácter melómano y por la implacable ejecución en directo de esa obra secundaria (que no menor). Fast-forward. “¿Qué diferencia tu trabajo con Tool de tu experiencia en A Perfect Circle?”. El relámpago adquiere forma de daga. “No voy a hablar de A Perfect Circle. Eso sería insultar a mis compañeros en Tool”. La imagen de Maynard con el cuerpo totalmente pintado y montando un caballo en plan “Sleepy Hollow” se cruza en mi mente. ¿Abandono o intento salir del atolladero? Recuerdo el inicio de «Stinkfist»: “Algo debe cambiar / Innegable dilema / El aburrimiento no es una carga / que alguien deba arrastrar…”. Decido que, por mis cojones, ese hombre va a contarme algo. “Trabajar de nuevo con David (Botrill, productor) era la única opción posible, él debía estar en los controles. Nuestra comunicación es tan fluida que se convierte en un factor esencial a la hora de empezar a trabajar en un nuevo álbum. Es un ingeniero excelente y siempre surge algo maravilloso cuando estamos en el estudio”. Regreso a «Stinkfist»: «No es suficiente / Necesito más / Nada parece satisfacerme / No lo quiero / Sólo lo necesito / Sentir, respirar, saber que estoy vivo…». Desechada la posibilidad de saber cómo valora su experiencia con A Perfect Circle, decido volver a meterme en la boca del lobo e intento que me diga qué diferencia “Lateralus” de “Aenima”… si es que hay algo. Estéril esfuerzo. “Somos algo más viejos y tenemos una visión un poco distinta del mundo. Como individuos hemos madurado, por lo que nuestras relaciones han cambiado ligeramente”. “Opiate” denostaba la comercialización de la fe apelando a Marx & Engels («La religión es el opio del pueblo»); “Undertow” señalaba que Maynard & Co. se movían  «a contracorriente» (si bien lo hacen más ahora que en plena era alternativa); y “Aenima” fundía las palabras “alma” y “enema” en un juego de contrastes que captaba muy bien la esencia Tool: pureza/corrupción, placer/dolor, calma/tensión… ¿De dónde proviene, pues, el título “Lateralus”? Maynard empieza a abandonar su letargo comunicativo: “Lateralus es, en realidad, un músculo (ndr. ya me dirán cuál), pero nosotros lo hemos usado para referirnos a cierta mentalidad lateral, otra perspectiva de ver las cosas. Creemos que la única manera de evolucionar como seres humanos es empezar a pensar fuera de los parámetros convencionales y lograr sobrepasar nuestros límites de reflexión. Tratar de acceder allí donde no has estado jamás”.

Según esta explicación, ¿responde “Lateralus” a las expectativas generadas por su título… y por los cinco años que hemos tenido que esperar para acceder a la continuación de “Aenima”? Sí y no. Como decía anteriormente, los Tool del año 2002 son más un grupo de culto con una fiel legión de fans que un nombre a tener en cuenta para entender nuestra más inminente realidad musical. Me explico. Cuando en 1993, los jóvenes estadounidenses de la generación grunge descubrieron a Tool en el festival Lollapalooza, se agolparon ante las tiendas para conseguir una copia del álbum con la que «degustar» el angst metalero que inundaba sus surcos. En el 96, Tool entregaron su obra maestra, pero su momento ya había pasado (aunque el disco se vendió de manera notoria). Su impacto fue mayor a este lado del charco, donde las revistas empezaron a fijar más nuestra atención sobre un grupo, y un disco, sin parangón en esos días de confusión post-grunge. Ahora, desgraciadamente, el panorama es otro. La nueva clientela (los nacidos a partir del 85) o navega sobre un skateboard (y ven a Tool como un servidor puede ver a Judas Priest) o se deja fagocitar en discotecas de diseño (y, simplemente, ignoran a Tool). El nu-metal, evidentemente, no está por la labor. Comparen un vídeo de Slipknot con uno de Tool y verán el abismo. ¡Temas de seis minutos! ¿Quién quiere oir eso? Pues yo lo hice durante unas semanas, hasta que decidí recuperar las emociones que había encontrado cinco años atrás en “Aenima”. Sí, señores, “Lateralus” es más de lo mismo. Jugó a su favor el factor tiempo, hasta que recordamos que en la estantería seguía estando, amenazante, el pasado. Algo similar le ocurrió a Trent Reznor con “The Fragile”… Entonces, supongo, la evolución o el cambio de perspectiva que me menciona Maynard debe residir por debajo de las meras estructuras musicales… ¿en las letras? “Todo el álbum gira alrededor del concepto de renovación o recolocación mejor dicho. Saber de dónde vienes para entender cual es tu posición en la actualidad; tratar de dejar atrás los estigmas del pasado y evaluar tu presente. Pero lo cierto es que es un proceso traumático habitual. Uno se encuentra valorando quien es y lo que ha hecho durante toda su vida y puede agobiarse si asume su presente como una losa insalbable. En Tool he experimentado a veces esa sensación de vacío vital, de encrucijada, pero me he dado cuenta que debo avanzar sin abandonar por el camino aquello que me ha dado energía durante todos estos años”.

Pero lo cierto es que, quizá debido a esa necesidad de buscar nuevas perspectivas para así trazar un futuro más alentador, Maynard se apartó durante un tiempo de la rutina habitual con Tool y montó A Perfect Circle. Un disco y una gira para reencontrarse con sus hermanos y poner las cartas sobre la mesa. “En los discos anteriores mostrábamos nuestra rabia con todo aquello que nos molestaba de algo o alguien. Pero ahora veo que esa era una forma de ocultar nuestras propias inseguridades, todo lo que nos molestaba de nosotros mismos. En este disco hemos recogido ese sentimiento como base para entendernos más el uno al otro, redescubriendo el papel que cada uno de nosotros juega en la vida del otro”. Recuperando la reflexión sobre el deslabazado presente musical, es justo reconocer que, más allá de la decepción con que uno pueda haber visto evolucionar “Lateralus” en su estéreo, Tool siguen sorprendiendo por su capacidad de alcanzar el éxito comercial (este es su tercer disco de platino en Estados Unidos) sin hacer concesiones a la industria. Aunque Napster aceche las arcas de las grandes discográficas, nada va a hacer cambiar de actitud a los chicos de Los Ángeles. Si en el pasado rehusaron tocar en el Saturday Night Live o lanzar singles promocionales, parece poco probable que ahora intenten seguir los pasos de Fred Durst para convertirse en millonarios. «Nuestra relación con la industria es algo secundario a nuestra música. Tratamos de mantenernos concentrados en el aspecto creativo, sacar lo máximo que podamos de nuestra interacción como individuos y no supeditar nuestro arte a las consignas mercantiles de nadie. La verdad es que durante estos cinco años hemos hecho un gran esfuerzo para mantener nuestra independencia creativa. Un grupo puede elegir el camino de la fama y seguro que su discográfica pone toda la parafernalia necesaria a su servicio. Nosotros elegimos la música. Vanilla Ice es un tío muy famoso, pero su música apesta». Frío como el hielo. Aunque lo cierto es que, a estas alturas de la entrevista, Maynard hace rato que ha bajado del caballo negro que me atormentaba al principio y me habla con mayor convicción y soltura que cuando no sabía muy bien en que país se encontraba. Pero estoy seguro que minutos antes de su inminente concierto en Barcelona (día 6, 24 horas antes Madrid) se me volverá a formar un nudo en la garganta: ¿con qué tema abrirán?, ¿podré gritar eso de «I met a boy wearing Vans, 501´s…»?, ¿con qué recurso audiovisual o escénico nos sorprenderán?… Dudo que logren igualar el impacto de las pantallas gigantes de Nine Inchs Nails, pero la sola presencia de Maynard moviéndose por el escenario es capaz de concentrar todas las miradas. Como me sucedió en Washington hace… Ok, next question.

¿Me hablará de sus gustos musicales y cinematográficos? «Soy un gran admirador de PJ Harvey, su música es hermosa y arrebatadora. Sin duda Joni Mitchell es la artista que más me ha influido como músico. Su voz, sus letras, todo en ella es fascinante. Ya no se hacen álbumes como ´Court And Spark´. Del cine, me quedo con ´El cielo sobre Berlín´, que es mi película favorita. Wim Wenders logró conmoverme con esa película, como con ´Paris, Texas´». Si al inicio de la entrevista me sentía como un desorientado Harry Dean Stanton en tierra de nadie, cuando me despido de Maynard y apago la grabadora, respiro hondo e intento controlar mi pulso como Johnny Depp en Sleepy Hollow. Pero sólo tengo que recordar una frase, «No voy a hablar de A Perfect Circle…», y el espectro del hombre que sí estuvo allí vuelve a perseguirme al galope mientras me escupe en la oreja la receta diabólica de «Die Eier Von Satan». ¿Acaso el plato favorito de Wenders?

DISCOGRAFÍA

«Opiate» (1992)
Tool irrumpieron en escena con este EP de seis cortes que, aunque apuntaba maneras, se quedó en obra (muy) menor. Sin embargo, temas como «Hush» u «Opiate» cumplieron su cometido como tarjeta de presentación de un sonido, y especialmente una voz, que sin duda alcanzaría cotas creativas de mayor empaque en siguientes entregas. Curiosamente, se incluyeron dos cortes en directo, «Cold and ugly» y «Jerk-off», buena muestra del todavía opaco sonido de la banda por aquel entonces. Para completistas.

«Undertow» (1993)
El primer paso serio en la dirección correcta y el despegue comercial definitivo de la banda en Estados Unidos. Maynard & Co. armaron un álbum intenso y asfixiante, muy en sintonía con la angustia abrasiva presente en discursos coetáneos como los de Nirvana o Rage Against The Machine. «Undertow», por encima de todo, mostraba a Tool trazando una senda nueva dentro del metal (alejada de la fuerza bruta de Slayer o Pantera), sedimentada en el flujo incesante de murallas de riffs y pasajes aparentemente tranquilos, y en unos textos que ponían el dedo en la llaga de temas espinosos como el abuso infantil («Prison sex») o el fanatismo religioso («Disgustipated»).

«AEnima» (1996)
Una de las obras cumbres de la década de los 90, «AEnima» sigue sorprendiendo a las nuevas generaciones por su avasalladora concreción y su ejemplar demostración de fuerza. Todo lo que fueron, son y serán Tool como alma creadora encontró en esos 77 minutos su más precisa carnalización. Siguiendo las líneas maestras de «Undertow», Maynard, Jones, Carey y el recién incorporado Chancellor unieron esfuerzos con el productor David Botrill para crear un mundo propio, milimétricamente definido y encapsulado en el estudio de grabación con una clarividencia raramente vista. Imposible destacar un sólo corte: «AEnima» es un todo, principio y fin de una espiral que arrastra y empuja; que abruma al oyente hasta que éste se echa a llorar. Un diez.

«Salival» (2000)
Un tesoro de incalculable valor para sus seguidores. Esta caja, diseñada con el esmero habitual, presenta un cd y un video / dvd con abundante y suculento material inédito. Se incluyen temas inéditos como «Message to Harry Manback II» y «L.A. municipal court»; versiones en directo de «Part of me», «Push it» o «Third eye»; una pieza compuesta por Chancellor para su exbanda Peach («You Lied») y una extraordinaria apropiación del «No Quarter» de Led Zeppelin. El dvd recopila sus alucinógenos y artesanales vídeo-clips y nos regala una versión en directo de «Hush» cantada a dúo por Maynard y Tori Amos.

«Lateralus» (2001)
Cinco años de silencio pueden con el juicio racional de cualquiera, y por eso recibimos «Lateralus» cual inmaculada respuesta a nuestras incesantes plegarias. A Perfect Circle (¡oops!) provocó disparidad de opiniones, por lo que parecía que una vuelta de Maynard con sus camaradas sería la solución para acallar polémicas. Nada más lejos de la realidad. Disco mortalmente herido por el eco de su hermano mayor, «Lateralus» cumplió falsamente de tapón para atajar la hemorragia que desangraba a sus fans. Sometido a autopsia, descubrimos un álbum disperso, reiterativo y, lo que es más triste, aburrido; descorazonadora confirmación de que «AEnima» fue, para bien y para mal, la obra definitiva de Tool.

www.toolband.com

Texto: Roger Estrada
Publicado en Mondosonoro (2002)

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4 comentarios

  1. Sigues pensando lo mismo de lateralus? (disperso, reiterativo y, lo que es más triste, aburrido)
    Yo si diría eso de su últimno disco, pero no de lateralus que al igual que aenima me parece una obra muy completa. Me costó asimilarlo y valorarlo por la alargada sombra del aenima, pero creo que estuvo a la altura.
    Un saludo.

    • Con los discos pasa como con los textos que uno escribe, la distancia del tiempo ayuda a tomar perspectiva y replantearte tu opinión sobre las cosas (escuchadas y escritas). Es cierto que hace tiempo que no escucho «Lateralus» (como dices, la sombra de «Aenima» era muy alargada), puede que deba darle una segunda oportunidad. Gracias por el comentario.

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