Jake Cavaliere es un corredor de fondo del underground estadounidense y una figura de culto para los aficionados del garaje-punk y la música surf facturados en los últimos 15 años. Con el órgano Farfisa como instrumento de asalto, Cavaliere fue escudero de Rudi Protudi en sus míticos Fuzztones y teclista ocasional de los revivalistas garajeros The Untamed Youth; pero fue al frente de The Bomboras cuando empezó a despuntar como compositor. Este salvaje combo de surf-punk causó furor en el circuito subterráneo de Los Ángeles gracias a un directo de impacto, con go-gos moviendo alocadamente sus caderas, los miembros del grupo enfundados en máscaras de Halloween y Cavaliere prendiéndole fuego a su Farfisa, lo que provocó el acoso de las autoridades locales ante el continuo peligro de incendio.
Tras grabar varios discos para el sello Dionysus -ideales para amenizar cualquier guateque pasado de vueltas-, Jake y su compañero Johnny De Villa formaron The Lords Of Altamont para debutar con Sympathy For The Records Industry con el disco «To Hell with the Lords» (02), que acentuaba el lado garage-punk, siempre con el órgano de Cavaliere en posición de ataque. Tras poner patas arriba festivales españoles como Serie Z o Festimal, este mismo mes de enero prometen liarla bien gorda en distintas salas de nuestra geografía (ver agenda) para presentar su nuevo disco, «Lords Have Mercy» (Fargo Records / Discmedi), nueva vuelta de tuerca a un sonido mil veces exprimido pero que sigue sentándole a uno la mar de bien cuando de entregarse al frenesí del r’n’r roll en vivo se trata.
La primera vez que oí hablar de los Lords fue a través de un amigo que os vio en el Las Vegas Shakedown y alucinó con vuestro show. ¿Cómo lo recuerdas?
Fue una locura. Repartieron el festival entre tres salas, con un autocar que te llevaba de una a otra, pero era humanamente imposible verlo todo. Mientras estaban tocando Nine Pound Hammer sabías que a treinta minutos de allí acababan de empezar Deadbolt y te ponías de los nervios; así que lo mejor era quedarse en un club, ponerse ciego y disfrutar de todos los conciertos que tenías allí. Nosotros lo pasamos en grande, compartimos escenario con Demented Are Go, Nine Pound Hammer, Superbees, Dictators, Flesh Eaters o un grupo genial de Los Ángeles que te recomiendo que escuches, The Flash Express, una mezcla de la Blues Explosion con los Who del 69. También pudimos ver a Mark Arm codo a codo con Wayne Kramer en la explosión sónica del “regreso” de MC5; hará un par de semanas los vi con Lisa Kekaula y flipé, creo que ella encarna lo que los Five tenían en mente a finales de los 60, el poder negro del soul rugiendo fuego.
Han pasado tres años desde vuestro debut…
Sí, tío, mucho tiempo, demasiado. Ha sido bastante duro, pero soy de los que se complica la vida en exceso; he estado tocando en tres bandas a la vez, sin hacer de los Altamont una prioridad y eso ha ido retrasando la grabación del disco. En todo este tiempo de espera les decía a los chicos que jamás íbamos a separarnos, estaba harto de tocar en bandas que se iban al garete, así que les pedí un poco de paciencia porque sabía que, cuando lo tuviera todo atado, me concentraría con este grupo al 100%. Lo cierto es que empezamos a grabar el segundo disco hará año y medio, nos lo ventilamos en unas dos semanas, pero quisimos experimentar con la producción, la mezcla, etcétera… Un rollo perfeccionista que nos llevó un año entero. Por suerte, Michelle de Fargo me llamó porque estaba interesada en sacarlo cuando lo tuviéramos listo y reeditar el primero también. Fue la motivación que necesitábamos para darle el espaldarazo final.
Supongo que tendréis ya ganas de presentarlo en directo.
Me lo paso genial grabando, pero no hay nada comparable a tocar en directo, eso es mi vida. Y hacerlo en Europa es una algo incomparable, te lo prometo. Mi primera gira fue con los Fuzztones y si en Los Ángeles tocábamos ante 40 personas con actitud altiva y pasota, en Londres la sala se venía abajo, con un público totalmente enloquecido por el concierto. Rudi ya me había advertido acerca del entusiasmo europeo, pero vivirlo en persona, siendo yo tan joven, fue una experiencia impactante. Con los Bomboras fue muy frustrante no haber podido tocar nunca aquí; no parábamos de girar por Estados Unidos y Canadá, pero nuestro sello no nos apoyaba lo más mínimo a la hora de conseguir que nuestros discos se editaran en Europa y poder montar una gira en condiciones por Europa. No fue hasta que nos separamos que empezó a haber un interés por parte de sellos con capacidad para “exportarnos”. Demasiado tarde… ¡Los Bomboras llegamos a hacer 300 bolos en un año, por Dios! Queríamos vivir de la música, no tener que pringar en un curro de mierda al volver a casa después de una gira agotadora, con a veces tres conciertos en un mismo día. Era algo agotador, la verdad, y cuando el guitarrista, uno de mis mejores amigos, nos dijo que lo dejaba para poder seguir vivo, vi que el final había llegado. Lo probamos con un sustituto pero no era lo mismo, ni mucho menos.
¿Y como se produjo tu transición del sonido surf de aquellos al más duro, punk, de los Altamont?
Cuando probamos de seguir adelante con el nuevo guitarrista, me di cuenta que el interés de la gente hacia el surf estaba decreciendo; si te fijas, desde el 99 hasta hoy los gustos del consumidor de garaje se han ido endureciendo y eso es algo que me hizo pensar en el futuro real de los Bomboras en ese horizonte no tan lejano. Supongo que entre el cansancio por unos años excitantes pero que nos habían dejado en una vía muerta y el advenimiento de un nuevo marco dentro del garaje-rock, The Bomboras pasaron a mejor vida. Cuando decidimos dejarlo, tres de los miembros del grupo siguieron adelante como The Invisible Man y el guitarra rítmica y yo hicimos lo propio dando vida a The Lords Of Altamont. Teníamos ganas de probar cosas nuevas, tocar esa otra música que también nos volvía loco, Stooges, MC5, Music Machina, etc. Y no queríamos hacerlo con un tipo que nos gritaba desde la barra “¡Eso no es Dick Dale!”. Joder, tío, me parece genial tu fidelidad al surf, pero yo me cansé de hacer una y otra vez el mismo disco de Bomboras, déjame evolucionar, no digo mejorar, madurar, sólo dar un paso a la izquierda y concentrarme en otras cosas que también me interesan.
¿Qué aprendiste al lado del inefable Rudi Protudi?
(Risas). Aprendí a tener controlado mi dinero, aunque no sé si es algo que haga bien todavía. Pero también mucho acerca de la disciplina. Aprendí mucho con Rudi, en serio. Yo era un chaval con un corte de pelo peculiar, un órgano Vox, mucha actitud y muy poco talento; y él supo como enseñarme la lección, con perseverancia, trabajo y más trabajo. Nunca desfalleció, nunca me dijo “déjalo, no sirves”, siempre me alentaba con “venga, tú puedes, vamos a por ello”. Todo eso me ha servido a lo largo de mi carrera, siendo capaz de soportar sacrificios muy duros, pero también ahuyentando a aquellos que no pueden con mi neurótica forma de trabajar. Por mucho que algunos crean que el garaje es algo descuidado, yo no soy de los que permite que mi grupo suene desafinado, no soporto un concierto en el que no lo hemos dado todo, y para mi darlo todo es 100% fiesta y 100% profesionalidad. No es algo incompatible. Otra cosa genial de mi estancia en los Fuzztones era ver como Protudi y los demás lo vivían a tope, no era una pose sólo para las fotos o el directo, ellos eran Fuzztones a todas horas. Cuando empecé con Bomboras me obsesioné en la imagen y el sonido del grupo, limitando los referentes a una época y un estilo muy concretos; pero es algo que no quería para los Altamont, aquí cada uno tiene sus preferencias musicales y aporta algo de ellas al sonido final del grupo. Si un tema suena a 1966 y el siguiente a 1974, ¿qué coño importa?, es rock’n’roll. Nunca haremos rap-metal, ¿ok? (Risas). Quiero decir, ya hay quien lo hace y está bien que sea así porque así tenemos algo que odiar.
Cuéntame cuando decidiste adoptar el número de prenderle fuego al órgano.
Rudi me introdujo en el rock’n’roll 50’s y así conocí a Jerry Lee Lewis. Flipo cuando en alguna entrevista me preguntan por Jimi Hendrix y el Festival de Monterrey. ¡Jerry Lee, diablos, fue el gran Jerry Lee, The Killer! Empecé a hacerlo cuando estaba en The Bomboras y debo decir que, en pleno éxtasis del directo, era un acto casi orgasmático, un subidón de adrenalina brutal. En Estados Unidos dejé de hacerlo hará un par de años a raíz de la tragedia en el show de Great White. Los clubes me prohíben hacerlo y lo entiendo, porque si se te va de las manos y se convierte en algo incontrolable… Mira, yo me he quemado un par de veces, en la pierna de forma bastante dolorosa, pero poner en peligro la vida del público ya es otra cosa, algo a tener en consideración antes de prenderle fuego al órgano otra vez. Pero en Europa… (risas). Aunque no quiero que el número se convierta en algo previsible, sino que se produzca cuando la noche realmente lo merezca.
¿Y de dónde viene tu pasión por las motos?
Tengo dos modelos británicos, una BSA y una Triumph del 70 “chopperizada”. Nuestro antiguo bajista estaba obsesionado con las motos “vintage” americanas construidas en Japón y nos puso en contacto con la escena “biker” de allí. Si me pasas tu e-mail te mandaré fotos de mis motos… Como si te hablara de mis hijos, ¿eh? (risas). Siempre he estado muy metido en el mundo de las motos, mi padre era un gran aficionado, hay fotos mías en pañales agarrando el manillar con actitud… (risas). Es una “cultura” muy popular en EEUU y a veces me gustaría que no lo fuera tanto, ya que ha dado lugar a una serie de tópicos y actitudes con las que no me siento para nada identificado. Pero las raíces de esa cultura o subcultura, los referentes y los símbolos me siguen emocionando, como las películas: “Angels Hard As They Come”, “Wild Angel”, “Easy Rider”, la más triste de todas ellas; “Werewolves on Wheels”, la más divertida…
Una última pregunta, ¿qué pasó con vuestra posible colaboración con Billy Zoom (guitarrista de X, n.d.a.)?
Tenemos cuatro temas inacabados que grabamos con él, deberíamos agarrarle y decirle: “¡acabémoslo!”. Billy es un buen amigo, ya colaboró conmigo en The Bomboras cuando, así que fue muy excitante poder volver a contar con él para el segundo disco de los Lords. Pero entonces sucedió lo de la gira de reunión de X, luego nuestra propia gira y esos cuatro temas se quedaron sin terminar. Esa es otra de las razones que explicarían porque tardamos tanto en sacar “Lords Have Mercy”: ¡estábamos esperando a Billy Zoom! (risas). Soy muy fan de X, y del trabajo de Billy en particular, así que puede que lo acabemos por nuestra cuenta algún día de estos y lo acabemos editando en forma de E.P. Ya sabes, sólo por poder poner su nombre en la carátula. Las copias nos volarían de las manos (risas).
Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66 (Enero 2006)