Primeras veces que no olvidaré jamás: Mi primera ostia en bici. La primera vez que le pregunté a una niña si quería ser mi novia. El primer no y el primer sí. Primer beso y primer polvo. Primera loncha de jamón y primer viaje en avión. Primera vez que vi a la mujer de mi vida y primera vez que hicimos el amor. Primera colaboración rutera y primer concierto de The Hives. Fue el 3 de junio de 2000 en la sala Garatge de Barcelona. Lo recuerdo tan bien por varias razones. Porque al día siguiente cumplía 23 años (¡cuánto ha diluviado!), porque la sala Garatge tenía un algo especial y porque The Hives se zamparon a sus compatriotas de The (International) Noise Conspiracy, a priori cabezas de cartel de una velada auspiciada por el sello Burning Heart. No hacía ni dos meses que Vini Vidi Vicious había visto la luz y The Hives eran el grupo de garaje-rock al que había que ver.
El ser humano tiende a magnificar el recuerdo de las primeras veces. A veces (no siempre, vida mía) todo nos parece hoy más bonito de lo que realmente fue en su día. Por suerte, The Hives han ido recordándome varias veces desde ese primer encuentro lo bonito, lo excitante que es asistir a uno de sus conciertos. Así a bote pronto me vienen a la memoria dos shows de aúpa, bien separados en el tiempo. El primero fue apenas medio año después del de Garatge. Diciembre de 2000, en la barcelonesa sala Bikini y compartiendo cartel con otros compatriotas, The Hellacopters. Nicke, Robert, Bobba y compañía están en el punto álgido de su carrera, con el flamígero High Visibility recién extraído de los altos hornos. Da igual. Para cuando salen a escena a defenderlo, The Hives ya han borrado con su explosivo pase cualquier atisbo de retención informativa en mi cerebro. Nueva goleada al cabeza de cartel. Segundo show, más reciente: Azkena Rock Festival 2010. Llueve a mares y ni Bob Dylan ni Chris Isaak logran sacarme de mi calado sopor. Por suerte, Howlin’ Pelle Almqvist, Nicholaus Arson, Vigilante Carlstroem, Dr. Matt Destruction y Chris Dangerous acuden a mi rescate. Cuando saltan al escenario, ni la tormenta ni la pulmonía del día siguiente importan.
Estas batallitas de rock critic cebolleta aburrirán soberanamente al lector que nunca les haya pillado la gracia a The Hives. Lo siento. Lo entiendo. Pasa de página. Nada de lo que leas en esta entrevista te hará cambiar tu respetable apreciación; básicamente porque, pese a tímidas y puntuales desviaciones, el discurso de los suecos sigue a día de hoy las pautas ya trazadas, con estruendosa efectividad, en sus dos primeras rodajas, Barely Legal y el ya mencionado (y capital) Veni Vidi Vicious. Si por el contrario eres un lector virgen en la materia (siento envidia sana), te invito a que te lances a por su garaje-rock de traca con cualquier disco suyo que no lleve por título The Black and White Album. ¿Era malo su cuarto álbum? No, pero sí peor que los tres anteriores. ¿Es Lex Hives mejor que The Black and White Album? Sí, pero (admitámoslo) no mejor que los tres primeros. Pero dejo ya de dar la turra con el pasado y voy a centrarme en el aquí y ahora. «Go Right Ahead», «1000 Answers» y «Wait a Minute» son tres jitazos radiables marca registrada; «These Spectacles Reveal The Nostalgics» y «If I Had a Cent» te suben a un auto de choque con speed como combustible y «My Time is Coming» y «Midnight Shifter» te llevan de exilio a Main Street paseando por el lado más R&B de la vida. Los que crean que la fórmula está ya agotada gritarán “¡nada nuevo bajo el sol!”. Los que no esperéis de ellos más que un nuevo puñado de canciones infalibles, hallaréis en Lex Hives vuestra ansiada dosis. Que después de veinte años y cinco discos sigan teniendo caliente el mojo es algo digno de admiración. Es algo similar a cuando sus adorados AC/DC lanzan un nuevo disco y los viejos zorros vuelven a colarnos dos o tres temazos. Los hay que gritan (cansinos) “¡nada nuevo bajo el sol!”. Otros preferimos gritar “¡sube el volumen al 11!”. Pues eso.
Primer disco en cinco años y después de un tour mundial infinito. ¿Qué es lo mejor y lo peor de salir de gira?
Lo mejor es que siempre hay sitios nuevos a los que ir a tocar; en esta ocasión, actuamos por primera vez en América Latina y fue increíble. Por otro lado, nuestros conciertos por Estados Unidos fueron los más exitosos de todos los que hemos dado allí. Como siempre, la peor parte es llegar a esos sitios, las malditas horas muertas viajando o esperando en el aeropuerto a que salga tu vuelo. Pero todo eso queda compensado cuando llegamos a nuestro destino y salimos al escenario.
En su momento comentasteis que en The Black and White Album queríais sonar menos Hives que antes. ¿Se podría decir que Lex Hives es todo lo contrario a eso, que es vuestro disco más Hives?
Después de nuestros tres primeros discos, sabíamos que debíamos ofrecer algo nuevo, algo fresco, como otra versión de The Hives. Pero no solo pensando en nuestro público, sino también en nosotros mismos; no queríamos caer en la rutina de lo previsible. El resultado fue The Black and White Album, un disco que muestra en parte una faceta más experimental, resultado de esa exploración de nuevos sonidos y nuevas maneras de grabar, y otra que es 100% Hives clásicos. Fue un disco muy importante para la banda, especialmente para Nicholas. Para Lex Hives quisimos volver a los orígenes, a la esencia de lo que nos gusta, rock’n’roll básico, contundente y directo. El haberlo producido nosotros mismos ha ayudado a que transmita esa urgencia, esa espontaneidad elemental que buscábamos. Hemos antepuesto el feeling a la técnica.
Autoproducido y autoeditado. ¿Demasiados palos recibidos o voluntad de mimar vuestro disco a lo largo de todo el proceso?
Queríamos recuperar el control sobre todo lo que significa The Hives. Lo hemos grabado en distintos estudios y con distintos ingenieros, pero somos nosotros quienes dictamos las normas y quienes marcamos el tempo de las sesiones según lo que nos pide el cuerpo. Con todo, Lex Hives no solo nos pertenece a nosotros cinco; la inestimable ayuda de los amigos músicos y técnicos que han trabajado en él ha hecho posible que éste sea, curiosamente, el disco que sentimos como más nuestro. Y ha sido por eso que hemos decidido que solo podía ver la luz a través de nuestro propio sello, Disque Hives.
Por cierto, ¿qué puedes contarnos de los temas que grabasteis con Josh Homme?
Somos fans de Kyuss y Queens of the Stone Age, pero también tenemos la suerte de que Josh sea amigo nuestro. La idea era quedar con él, charlar sobre nuestro fanatismo compartido por los Misfits y, de paso, robarle alguna de sus técnicas de grabación. Nos reunimos en su estudio Pink Duck, en California, y grabamos un par de temas, uno de ellos una versión de The Dragtones, el grupo de rockabilly en el que toca Vigilante. Ambos verán la luz en la edición de lujo de Lex Hives.
Estaremos atentos. Hablemos de la nueva vuelta de tuerca que le habéis dado al look The Hives. Esos esmóquines, esos sombreros de copa, esa capa que luces cual mago…
Nos gusta cuidar y trabajar el aspecto visual del grupo; es un proceso colaborativo, democrático. La nueva indumentaria aúna clasicismo y look festivo; somos elegantes, sí, pero al vernos sabes bien que los sombreros de copa saldrán volando a la primera de cambio. Me gustan las capas porque remiten al cine de terror clásico, a Bela Lugosi y su Drácula, del que soy muy fan.
¿Y cómo entró el terror en tu vida?
Seguramente fue a través de los Misfits, uno de los grupos favoritos de cuando era un crío. Su universo remitía al terror clásico y de serie B, un cine entre pesadillesco y cutre que alteró mi inocente personalidad. Boris Karloff, Lon Chaney y Lugosi conformaban la santísima trinidad del terror y películas como King Kong, Freaks o La mujer pantera me conmocionaron profundamente. Por algún lado tenía que salir toda esa locura (risas).
¿Y cuál fue el grupo que desencadenó tu locura musical?
AC/DC, sin lugar a dudas. Recuerdo perfectamente la primera vez que mi hermano y yo escuchamos un disco suyo, cuando yo debía tener unos seis años. Cuando el rock’n’roll te impacta por primera vez, cuando te sacude con semejante estruendo, es algo que te cambia la vida y recuerdas para siempre. A partir de ellos, Misfits, Dead Kennedys y todo el hardcore americano de finales de los 70 y principios de los 80.
Imagina que yo no hubiera escuchado a The Hives en mi vida. ¿Por qué debería pinchar Lex Hives?
Porque no podrás evitar bailar, agitarte o lo que demonios hagas cuando escuchas música. Vamos al tuétano de tus huesos y le aplicamos una descarga de rock’n’roll. Me da igual si es un discurso sencillo y sobado; nosotros sentimos la música de esta manera y nuestro objetivo es que todo el que nos escuche la sienta igual. Porque es algo que funciona para mí y para un niño de tres años. Le pones Lex Hives y el crío no se pondrá a analizar lo que escucha según lo que ha leído en las revistas que mola o lo que alguien le ha dicho que es la nueva moda. Si le gusta a él, te gustará a ti; es algo casi genético. Si nuestra música no te dice absolutamente nada, acéptalo, no eres un ser humano (risas).
Quizá esa conexión primaria de vuestra música y el no seguir ninguna moda explique la fidelidad de vuestros fans.
Nosotros no seguimos, nosotros lideramos.

Y es innegable que disfrutáis liderando a las masas desde el escenario.
Yo vivo para eso. Tocar en directo e intercambiar energía con nuestro público lo es todo para mí y para el resto del grupo. Me gusta ese discurso que se establece entre ambas partes, ese juego en el que yo les manipulo como un maestro de ceremonias loco y ellos se dejan hipnotizar gustosamente por mi verborrea y por el ritmo de nuestras canciones. Estar subido en un escenario y ser partícipe de todo eso durante más de una hora es algo mágico. Agotador, sin duda, pero intenso y emocionante.
El año que viene The Hives cumplís ya veinte añitos. ¿Alguna celebración especial?
No somos muy amigos de hacer celebraciones porque siempre que lo hemos hecho la cosa ha acabado en desastre. Y hasta aquí puedo leer. ¿El año que viene? Nuestro plan es beber 100 cervezas.
¿De una sentada?
Sí, pero con la calma. Quedaremos para escuchar nuestros discos favoritos e iremos bebiendo. 100 es el objetivo; alguno se quedará por el camino y sé de un par que llegaremos hasta el final.
Dos décadas habrán dado para más de 1.000 cervezas, claro está. No te preguntaré por la primera, pero sí por cómo recuerdas los inicios de esta alocada aventura.
Horas y horas tocando, con breves pausas para ir al lago a nadar. No queríamos hacer otra cosa que no fuera juntarnos en el sótano con nuestros instrumentos y hacer ruido toda la noche hasta que saliera el sol. Intentábamos aprovisionarnos de licor para que la música saliera más salvaje, pero éramos demasiado jóvenes como para conseguir ni una mísera cerveza. Así que nuestra rutina se reducía a rock’n’roll y natación.
¿Cuál crees que es el secreto de vuestra longevidad y cómo es eso de estar en una banda con tu hermano?
Mantener el sentido del humor, esa es la clave. No perder nunca el estado de ánimo positivo nos ha ayudado a superar los malos momentos que hemos tenido a lo largo de estos años. Somos una piña, una familia; considero que tengo cuatro hermanos y no sólo uno. Hemos encontrado ese equilibrio, mezcla de camaradería y respeto, que hace que cuando estamos de gira nos lo pasemos muy bien juntos y queramos salir por allí en grupo a ver qué nos depara la noche. Pero ese equilibrio también nos recuerda que debemos dejarnos nuestro propio espacio para que cada uno pueda dar salida a sus inquietudes fuera del grupo cuando estamos separados.
¿Qué concierto de todos los que habéis dado recuerdas con especial emoción?
Hay uno reciente que me costará olvidar. Fue en marzo, un concierto sorpresa que dimos en el Kafé 44, un pequeño club de punk de Estocolmo. Nos recordó a los primeros conciertos que dimos a principios de los 90. En realidad fueron dos conciertos porque se reunió tanta gente que tuvimos que hacer uno para 150 chavales, vaciar la sala y luego otro para 150 más. Era alucinante ver a todos esos críos, todos menores de 20 años, volviéndose locos y pensar que cuando sacamos nuestro anterior disco la mayoría de ellos debían tener entre 12 y 13 años. Estar tirado en el suelo del diminuto escenario, con adolescentes gritando las canciones en mi oído, es una de las experiencias más divertidas que jamás he vivido en directo.
Última pregunta. Siempre he valorado que aproveches las entrevistas para recomendar a bandas a las que admiras y que tienen poca repercusión mediática, como American Death Ray o Reigning Sound. Te cedo la palabra, pues..
Gracias (risas). Mira, sí, hay una banda sueca que recomiendo a todos los lectores de Ruta 66 porque sé que les encantará. Se llama Graveyard. Descubrí a esos chavales en directo, me lancé de cabeza a por su último disco Hisingen Blues y soy fanático suyo desde entonces. Espero que os guste tanto como a mí.
RANDY FITZSIMMONS, ¿EL SEXTO HIVE?
En el mundo de los dibus hay dos grandes enigmas: ¿Quién engañó a Roger Rabbit? y ¿Quién diablos es Randy Fitzsimmons? El segundo acompaña a The Hives desde que surgieron del frío sueco para autoproclamarse la mejor banda del mundo mundial. Según la leyenda que ha edificado el propio grupo a su alrededor, el enigmático Fitzsimmons es, además de manager, autor de todas sus canciones desde Barely Legal, exceptuando las versiones, claro está. En la época de Tyrannosaurus Hives, Nicholaus Arson asumió el nombre como su seudónimo alegando que era la única vía para que Fitzsimmons cobrara sus royalties sin tener que salir a la luz pública. Una salida por la tangente astuta para seguir perpetuando una broma interna del grupo que, cosas de la música pop, ha acabando tomando dimensiones ridículas pero harto cachondas si uno les sigue el juego a estos dibus del rock’n’roll. Rizando el rizo, los suecos han “invitado” a Fitzsimmons a aparecer en el videoclip de “Go Right Ahead”, el single de presentación de Lex Hives. Así justifica Almqvist su tímido (y enmascarado) cameo: “Como estaba en el estudio el día de la grabación del clip, pensamos que sería divertido que apareciese al otro lado del cristal, como supervisándolo todo. Entre su timidez y nuestras ganas de seguir manteniendo el misterio entorno a su persona, optamos por hacerlo aparecer luciendo una máscara. Es lo máximo que podréis ver de él, te lo aseguro (risas)”. En Facebook, camino abonado a la suplantación como pocos, un tipo se presenta como Randy Fitzsimmons (/randyfitzimmons6) al tiempo que lanza la siguiente advertencia: “Soy el manager y escribo las canciones de tu nueva banda favorita. Esto es todo lo que necesitas saber. Por ahora”. Lo que tu digas, chaval.
www.thehivesbroadcastingservice.com
Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66 nº295 (julio – agosto 2012)