A la sombra del prestigio musical de la vecina ciudad de Athens (R.E.M., The B-52’s, Drive-By Truckers, Neutral Milk Honey) y del bullicio hip-hop local (OutKast, Ludacris, Goodie Mob), la escena rockera alternativa de Atlanta parece estar abandonando el oscurantismo que ha venido lastrando su repercusión mediática en Estados Unidos. Aunque uno de los entrevistados en el reciente documental We Fun comente que “Atlanta es esa ciudad extraña en la que mueren todos los sueños”, un buen grupo de bandas y activistas del mundillo musical han venido a desmentir ese estigma con insobornable tesón y orgullo de comunidad. Así, en el filme dirigido por Matthew Robinson (autor también del revelador Athens, GA: Inside/Out) se retrata la eclosión mediática del sonido local a partir del “éxito” de grupos como Deerhunter, Mastodon o Black Lips, conformando un retrato panorámico y ecléctico que, al no ceñirse a la escena garaje-punk que ha aupado a estos últimos, ha suscitado cierto resquemor entre aquellos que añoran en el filme una mayor presencia de las bandas afines a una escena que no se podría entender sin el esfuerzo titánico de tres sellos fundamentales: Douchemaster, Rob’s House y Die Slaughterhaus!
Fue precisamente en este último, fundado en 2001 por Mark Naumann, donde debutaron Black Lips con el 7” Ain’t Comin’ Back (2002, reeditado por Munster un año más tarde) y donde se ha venido auspiciando con mentalidad DIY la edición de rodajas de joyitas locales como The Carbonas, The Coathangers, Gentleman Jesse & His Men, Coffin’ Bound, Chopper, Gaye Blades (proyecto paralelo de Jared Swilley de Black Lips) o Wet Dreams, el efímero grupo que formaron Alix Brown (The Lids) y Bradford Cox (Deerhunter) y cuyo único EP es una de las piezas más codiciadas por los seguidores del sello. Asimismo, en Die Slaughterhaus vio la luz Ben Eberbaugh: A Rockin Tribute, emotivo disco de tributo al guitarrista original de Black Lips fallecido en accidente de tráfico en 2002 y en el que colaboró el mismísimo J Mascis con su proyecto The Fog.
Die Slaughterhaüs!, el sello, nació para dar a conocer el cultivo sónico que se gestó durante años entre las paredes de Die Slaughterhaus, la casa, mitad fraternidad universitaria mitad comuna punk donde se organizaban los bolos más demenciales de la ciudad y donde convivieron durante un tiempo Cole y Jered, quienes convencieron a Naumann para que editara el antes citado Ain’t Comin’ Back, primera referencia del sello. En la web del canal televisivo de Vice (www.vbs.tv), Jered rememora la locura de aquellos días: “El último concierto que dimos en Die Slaughterhaus fue anunciado por radio como una “fiesta para destrozar la casa”. La gente se presentó con mazas, martillos y demás herramientas de demolición y durante el concierto iba machacando todo lo que hallaba a su paso. Los que gestionaban el espacio querían denunciarnos, pero lo cierto es que aquel agujero llevaba ya tiempo en ruinas, habían sido casi diez años de incesante actividad punk. Las tuberías se petaban cada dos por tres y el techo de una de las habitaciones se derrumbó; era un sitio realmente peligroso, pero teníamos 17 años y nos parecía guay vivir allí”.
Convertido en la última esperanza surgida del underground de Atlanta, Gentleman Jesse & His Men es el nuevo grupo de Jesse Smith, otrora miembro de The Carbonas, banda de culto local en la que militaron Bryan Racklee y Greg King, los artífices del sello Douchmaster. Contactado vía e-mail, Smith analiza el auge que vive la escena: “Sin el esfuerzo de esos tres sellos que comentas no estaríamos viviendo el buen momento actual. Además, hay un estrecho lazo de inamistad entre sus responsables, lo que facilita que siempre haya alguno de ellos dispuesto a editar material de nuevas bandas locales o que junten esfuerzos para organizar eventos como Atlanta Mess-Around, un festival que, además de servir de escaparate para los grupos de aquí, nos ha permitido disfrutar en directo de grupos que no suelen girar mucho, como NOBUNNY o The Hex Dispensers. En cuanto a la importancia de Black Lips, ellos fueron los principales artífices de poner nuestra escena rockera en el mapa. Y es algo que me hace mucha gracia ya que cuando empezaron gran parte del público les odiaba porque estaban jodidamente locos; no había otros como ellos y eso descolocaba al personal. Ahora es el grupo que todo el mundo en la ciudad sabía que iba a triunfar, pero hace unos años la peña me miraba con desprecio cuando decía que me gustaban. En fin, cosas del undeground…”
Podéis ver el documental aquí.
Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66 (2009)