Formados en Portland, Oregón, The Thermals es esencialmente cosa de dos, Hutch Harris y Kathy Foster, artífices de un indie-rock melódicamente rabioso y con vocación de narrar con hiriente sinceridad las tormentas que nos agitan en lo social (escúchese su capital The Body, the Blood, the Machine) y en lo personal (nunca tan explícito como en su reciente Personal Life). Quizá hayan rebajado el fulgurante crujir guitarrero de sus inicios, pero con cinco discos a sus espaldas poseen una de las discografías más sólidas del circuito alternativo yanqui. La repasamos con la señorita Foster…
Me encantó el apasionado editorial que escribiste para Impose Magazine acerca del encanto que tiene grabar en un cuatro pistas. Háblame de la importancia que tuvo esa grabadora en vuestros inicios.
Antes de formar The Thermals, Hutch y yo grabamos en un ocho pistas un disco titulado Hutch And Kathy (reeditado por Sub Pop en 2007; ndr). Fue un proceso muy lento y laborioso, nos llevo casi un año. Como reacción a ese disco, Hutch decidió grabar un disco que fuera todo lo contrario, inmediato, rápido y ruidoso. Se encerró en su casa con su cuatro pistas y en unas pocas semanas salió de allí con el primer disco de The Thermals terminado. Empezó a pasar las canciones entre amigos y conocidos y la respuesta fue tan positiva que decidimos formar el grupo para tocar en directo. Hemos vuelto a grabar en ocasiones en un cuatro pistas; escribimos un tema, nos enchufamos al cuatro pistas y es fascinante cómo suenan las canciones cuando las trabajamos así.
Creo que la inmediatez de vuestras canciones y la vitalidad que irradiáis al tocarlas, tanto en disco como en directo, es una de las claves de vuestro “sonido” y de porqué conectáis tan intensamente con vuestros fans. ¿Estás de acuerdo?
No hay mayor satisfacción para un músico que sentir que la gente responde a sus canciones; es lo que me mantiene con ganas de seguir grabando y actuando. Existe la conexión física que puedes notar cuando estás subido en el escenario y ves a la gente bailando, cantando, sudando al ritmo de tu música. Y existe otra conexión, más íntima y personal, que es la que cada espectador, cada oyente establece con las canciones; son como pequeñas historias diferentes, ya que cada uno se hace suyas las canciones a su manera, interpretándolas de una forma que no tiene porqué ser exacta a la nuestra, pero sigue siendo igualmente válida.
En 2006, The Body, the Blood, the Machine fue un mazazo de rock agita-conciencias. Su marcado acento político intensificó la conexión con vuestro público, asqueado con la gestión del gobierno de George Bush Jr. ¿Cómo recuerdas la creación de ese álbum y la respuesta que obtuvo?
Durante los ensayos Hutch sintió la necesidad de plasmar su visión de lo que estaba viviendo como ciudadano. La rabia, la impotencia y la indignación eran sentimientos compartidos por buena parte de los norteamericanos en aquellos días, así que aquel disco fue nuestra pequeña pero ruidosa carta de enfado. «Here’s Your Future» fue la primera letra que escribió y la elegimos como canción inicial del disco porque a partir de ella surgieron las demás letras del álbum. Con él, Hutch quería mostrar su rechazo a como el gobierno de Bush ondeaba la bandera del cristianismo a su conveniencia, para beneficio de su estrategia política. Hubo unos pocos medios que nos criticaron por ir contra la religión, pero nuestra rabia no se dirigía hacia la fe sino hacia el uso malvado que de ella se hizo por parte de nuestro gobierno.
Si en ese disco planteabais el fin del mundo, Now We Can See fue como el despertar de la pesadilla, una reflexión sobre la vida y la muerte. Intuyo que tampoco fue algo premeditado, pero sí una sintomática coincidencia.
Tienes razón (risas). Nuevamente, la primera canción, «When I died», es la catalizadora de la historia que se desarrollará a lo largo del disco; un hombre despierta en un mundo devastado y sin saber si está vivo o en una especie de sueño post-mortem empieza a repasar su vida, a echar la vista atrás y analizar sus actos, a valorar su conducta con la gente que se ha cruzado a lo largo de la vida. Tras el apocalipsis del anterior disco, sentimos la necesidad de hablar de cosas más esenciales como el paso del tiempo, hacerse mayor, la vida y la muerte en general.
Y en el nuevo disco sin duda habéis profundizado todavía más en lo personal, hablando de relaciones de pareja y de amistad; ¿cómo ha evolucionado la vuestra a lo largo de todos estos años?
El secreto para seguir tocando juntos es que él es mi mejor amigo y yo soy su mejor amiga, así de fácil (risas). Es bastante difícil conectar con otra persona musical y personalmente como nosotros lo hacemos. Pero no ha sido un camino fácil. Hutch y yo fuimos pareja durante tres años y cuando rompimos tuvimos nuestros momentos de confusión, de no saber cómo sobrellevar nuestra relación personal y nuestra carrera musical. Creo que compartir las ganas por tocar música juntos es lo que nos hizo seguir adelante y poder asentar nuestra amistad. Hay gente a la que se le hace raro, pero sinceramente no tengo problemas en ver a Hutch con otras chicas y que luego haga canciones sobre ellas. Bueno, me siento mal cuando le va mal, pero me encanta escuchar las canciones que ha escrito a raíz de ello (risas).
Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66 (marzo 2011)