Todo un referente dentro de la (auténtica) escena independiente estadounidense, Ted Leo lleva dos décadas aferrado a su guitarra, mutando del hardcore puro y duro de Citizens Arrest al mod-punk con ribetes emo de Chisel hasta llegar al indie-rock con mayor vocación pop del grupo que lidera desde finales de los 90, Ted Leo & The Pharmacists. Pese a la evolución de su discurso en el plano musical, siempre ha mantenido inquebrantable su visión crítica frente a la vida y la realidad sociopolítica que le ha tocado vivir. The Brutalist Brick (La Castanya, 2010), su último trabajo, es uno de los ejemplos más vívidos de su capacidad para extraer del tormento, de las dificultades de un tipo corriente como él, lecciones de vida en forma de vigorizantes píldoras de rock que le dan fuerzas, tanto a él como al resto de tipos corrientes que le escuchan, para seguir levantándose cada día de la cama. Este mes nos visita, el tipo sin duda se merece un abrazo, ya verás…
Me gustaría empezar pidiéndote que echaras la vista atrás y me contaras cómo viviste 2010, un año de resurgimiento tras los problemas que viviste hace un tiempo.
¡Vaya pregunta! Es difícil contestar a eso porque cuando te mantienes ocupado no puedes permitirte el lujo de detenerte a dar respuesta a las grandes preguntas que podrías plantearte después de un año como ése. Por ejempo, cuando Touch & Go se fue al garete estaba inmerso en la grabación de mi siguiente disco; fue un golpe duro pero luché por sobreponerme y mirar hacia delante para seguir ofreciendo la mejor música que pueda.
Sin embargo comentaste en una entrevista que te planteabas dejar la música por un tiempo, lo que alertó a tus seguidores. ¿Crees que el auge de las redes sociales incide en que a veces un comentario puntual genere una incontrolable y no deseada alarma?
Sin duda aprendí mucho con todo el revuelo que se generó. Ya no vivo en esa época en que intercambiaba e-mails con algunos fans que se me acercaban después de los conciertos. Hoy, las conversaciones a pie de escenario son amplificadas enormemente a través de las redes sociales. Así que ahora me lo pienso un poquito antes de soltar en mi twitter lo primero que me viene a la cabeza (twitter.com/tedleo cuenta con más de 18.000 seguidores; ndr).
¿Podría decirse que The Brutalist Brick ha sido para ti un disco terapéutico, que en él has vaciado, digerido y exorcizado las experiencias más duras de estos últimos tres años?
En cierta manera sí, aunque el anterior, Living with the Living, ya fue un disco bastante intenso en cuanto al contenido de las canciones. Pero sí que es cierto que en The Brutalist Brick hay mucho de autolimpieza, pero no mirando al pasado y lamentándose sino más bien viviendo el presente de forma más conciente y con mayor intensidad. Cada instante, cada experiencia por vivir es un nuevo momento a disfrutar plenamente, siempre puedes empezar de cero donde y cuando quieras. A veces es la única opción que te queda, agarrarte a lo que tienes y no lamentarte por lo que crees que deberías o podrías tener.
¿Y qué instantes o conciertos de la gira de presentación del disco te han servido para ir recargando las baterías cuando empezaban a flojearte las energías o cuando estabas más bajo de ánimos?
Los shows que dimos justo después de editar el disco fueron una experiencia inolvidable, en especial la semana que compartimos con una banda amiga de Nueva Jersey, Screaming Females. Las adoro porque personifican esa energía de la nueva juventud de la ciudad donde crecí. Lo especial de aquellos días, de aquellos conciertos fue que unas chavalas que se declaran fans nuestras nos estaban sirviendo de estímulo a nosotros. Si cuando ves a una banda joven dándolo todo cada noche eso no te motiva a dar también lo máximo de ti probablemente deberías dejar de tocar (risas). Otro acontecimiento revelador fue actuar en el Siren Festival de Coney Island, en Nueva York, el pasado verano. Por esa época estaba bastante deprimido, en una fase negativa de las mías, dudando de mis canciones, del grupo, de la vida en la carretera… Pero me olvidé de todo al salir al escenario y sentirme arrollado por el rugido entusiasta de las 15.000 personas que allí había. No solemos actuar ante tanta gente y su respuesta fue tan increíble que para mí fue un chute de adrenalina y autoestima inolvidable. ¿Y me dejas darte un tercer momento?
¡Sí, claro!
En otoño, en la segunda parte de nuestra gira por EEUU, actuamos en Sant Fe, Nuevo México, donde no había estado jamás. Actuamos en un club minúsculo pero lo que allí vivimos me recordó a mis inicios, a cuando estaba metido de lleno en el circuito punk e íbamos a garitos también minúsculos en los que había un pequeño grupo de gente que tenía allí su micromundo aislado del mundo, que vivía intensamente la música y que te agasajaba con una franqueza emocional abrumadora. Ese show en Santa Fe fue uno de los más pequeños pero también uno de los mejores de la gira. Pero no solo disfrutamos el concierto sino recorrer la ciudad, esa hermosa ciudad con amigos y fans dispuestos a llevarnos de bar en bar hasta que se nos acabaran las fuerzas. Y entonces es cuando uno se para y piensa: si nos hubiéramos convetido en un grupo más grande o si finalmente yo hubiera dejado la música, jamás podría vivir lo que estoy viviendo ahora.
Antes citabas a Screaming Females como banda local con la que hay una admiración recíproca, y también habéis compartido escenario con Titus Andronicus, otro grupo emergente que os cita como referente. ¿Cómo es tu relación con la nueva savia surgida de Nueva Jersey?
Es estimulante estar viviendo el auge de jóvenes bandas, tanto de Nueva Jersey como de Nueva York. Siempre he procurado llevarme de gira a alguna, porque es lo que hicieron bandas como Fugazi o Lungfish cuando yo estaba empezando y porque como te decía antes puedes aprender mucho ellos y de sus ganas de comerse el mundo cada noche. Los ves desde un lado del escenario y piensas “Sí, joder, sí”.
Cuando te cruzas en un festival con algun miembro de Fugazi, con Lungfish u otros grupos de esa época, ¿recordáis los viejos tiempos o también ellos prefieren mirar al presente, sea o no mejor que el pasado?
Me siento afortunado de poder decirte que he conservado la amistad con muchos de los integrantes de los grupos con los que compartí mi juventud. Así que cuando nos encontramos hablamos de todo un poco, desde cómo promocionar mejor tu disco a través de Internet hasta lo caros que están los pañales para tu hijo recién nacido (risas).
Y hablando de la venta de discos y de Internet, con tu experiencia y estando ahora en una indie potente como Matador, ¿cómo ves el futuro para los artistas?
No tengo ni idea, sinceramente. Para mí siempre se ha tratado de ganar el suficiente dinero vendiendo discos y tocando en directo para poder grabar el siguiente disco y volver a salir de gira. Una perspectiva económica autosuficiente, quizá precaria o poco ambiciosa, pero sin duda más realista. Una vez nos hemos asegurado esa posibilidad, no hay que olvidar que uno vive en el mundo real, así que pagar el alquiler o comprarse una tele nueva son trivialidades que también hay que atender (risas). Mis preocupaciones son muy básicas, afectan a mi pequeño mundo, a mi día a día. En cuanto al futuro del negocio musical en sí, no sé qué responderte porque siempre he trabajado con sellos independientes y nunca he puesto mi música en anuncios, así que quizás le estás preguntando a la persona equivocada porque siempre he operado fuera de lo que la gente considera “el negocio”.
Quizás esa opción, no seguir el modelo tradicional del negocio, sea la mejor para que las bandas logren rentabilizar sus esfuerzos, ¿no crees?
Quizás. Pero voy a decirte algo, aún a riesgo de que suene cursi: duele mucho que la gente ya no compre discos. No puedo eludir el hecho de que mientras hablo contigo sigo estando endeudado, le debo dinero a gente que ha trabajado para mí en este disco. Hace diez o quince años, pese a tener menos dinero para mi día a día no tenía la sensación de pobreza real que siento actualmente por las deudas. Me decepciona como la gente consume música actualmente, veo cierto desprecio hacia la labor y el trabajo enorme de los artistas.
¿Crees que esa depreciación es más significativa entre el público adolescente porque la tecnología, el acceso rápido y gratis que facilita Internet ha sido su educación musical y también porque las grandes discográficas no han ayudado a cierta reeducación, más bien al contrario vendiendo a precios desorbitados música de rápido consumo?
Las discográficas se están dando cuenta de que sus días de gloria están contados. Sin duda era todo más bonito a principio de los noventa, en plena era de George Bush padre, cuando el capitalismo desaforado campaba a sus anchas. Pero no solo las empresas fueron responsables de esa locura, el ciudadano de a pie también se dejó llevar por esa locura consumista cegado por el todo vale, no pasa nada, todo irá bien que nos vendían entonces. Incluso después del 11 de septiembre, cuando fuimos heridos en lo más profundo, el gran mensaje de George Bush hijo fue decirnos “todo irá bien, cazaremos al malo, pero por favor no dejéis de consumir”. Y tener que oir eso es una enorme mierda.
Y ese mensaje de mierda está siendo el mismo desde el colapso económico de 2007…
Sin duda. Pero recuperando lo del consumo musical, vamos a ser honestos: todos los seres humanos son egoístas cuando son adolescentes. Yo lo era, reconoce que tú también lo eras. La revolución digital ha entrado de lleno en las habitaciones de unos chavales mantenidos por sus padres en el momento más egoísta de toda su existencia y también en la etapa en que consumirán más música. Es evidente que las discográficas subestimaron el poder de Internet, pero también deberían haber buscado la asesoría de un buen sociólogo (risas).
Pasemos de la sociología a la política. Has recordado a los Bush, ¿pero eres optimista con Obama, tienes la esperanza que pueda cambiar realmente las cosas?
Los que como yo nos posicionamos idológicamente a la izquierda, estamos ciertamente decepcionados con él. Creo que cuando asumió el poder pudo activar una serie de reformas que ansiábamos gran parte de los que le votamos, pero no lo hizo, o si lo hizo fue de una manera mucho más digerible tanto por el sistema como por aquellos que no le votaron. Por otro lado, la feroz oposición mediática de extrema derecha que le ataca sistemáticamente acrecenta sus temores hacia la aplicación de unas reformas más profundas. Pero intuyo que su estruendo grotesco no es el reflejo real de la gran mayoría de gente que no le votó pero que tampoco comulga con el juego sucio que practican muchos de los adalides de los valores tradicionales de América. En cualquier caso somos una nación joven y nuestra existencia no es tan significativa como para tomárselo todo muy a pecho; conservo la esperanza de que dentro de unos cientos de años un cataclisma nos borre de un plumazo y nuestros herederos en la Tierra recobren la cordura y empiecen desde cero (risas).
Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66 (abril 2011)