Sean Bohrman, 50% del sello que dirige junto a su amigo-socio Lee Rickard, atiende la llamada rutera a las once de la noche de un viernes, hora de Fullerton, California. No hay horarios de oficina que valgan cuando tu trabajo es tu hobby y es tu vida. Pero Bohrman es un tipo feliz y más hoy viernes noche. ¿La razón? Esa misma mañana el quiosco le ha sorprendido con un artículo a página entera sobre Burger Records en The New York Times. Una merecida recompensa a la labor de dos apasionados de la música –“también nos encanta el hip-hop y la electrónica”, apunta–, que se vieron metidos en este negociado discográfico por casualidad o necesidad coyuntural y que, en siete años de obstinado esfuerzo y contagiosa creencia en su plantel de bandas, han conseguido posicionar Burger Records como uno de los sellos (verdaderamente) independientes más importantes de Estados Unidos.
Indisociable de la escena musical de Orange County como en su día lo fueron Dischord de Washington, SST de Los Ángeles o, en sus inicios, Sub Pop de Seattle, Burger Records ha resucitado un formato tan olvidado como el cassette para convertirlo en emblema propio y con el que alumbrar los lanzamientos de algunas de las bandas más excitantes del underground yanqui actual. A saber, entre muchas otras: NoBunny, Ty Segall, King Tuff, Jacuzzi Boys, Cosmonauts, Pangea, Natural Child, Black Lips, Thee Oh Sees, Gap Dream, The Growlers, Shannon and the Clams, The Orwells, The Black Angels o la nueva joya de la casa, el soulero Curtis Harding.
Pero si algo define a Bohrman y Rickard es su incapacidad para mantenerse en eso que se denomina zona de confort. Si alguien les acusa de editar solo novedades de garaje-rock, ellos responden reeditando el Kites are Fun (1968) de los orfebres pop The Free Design o estampándole en el jeto un nuevo volumen de su recopilatorio Droney Electronic Ambient Soundscapes. Sacando espuma por la boca… ¿Quieres más? Te montan un festi como quien hace palomitas –Burgerama, Burger Bugaloo, The Burger Revue… Y con sold-outs cada año–, los domingos graban una nueva entrega de su imprescindible show radiofónico y en el canal de YouTube de BRGTV acumulan ya 81 episodios que son puro delirio fumeta…
¡Ah! Se me olvidaba comentar que en sus “ratos libres” Bohrman se encarga de la gestión, junto a Brian Flores, de la tienda de discos Burger Records. En Fullerton, California, where the action –and the fun– is.
¿Cómo empezó el sello?
Lee y yo teníamos una banda llamada Thee Makeout Party. Queríamos sacar un single en vinilo pero nadie parecía interesado en nosotros, así que juntamos dinero entre los dos y lo editamos nosotros mismos bajo el nombre de Burger Productions. El primer lanzamiento ajeno fue el Power Drowning de Audacity, una banda amiga de Fullerton, en LP y CD. Por esa época salimos de gira con AM, otra banda de la zona de Orange County, y la primera fecha vimos que tenían cassettes en el puesto de merchandising. Nos picó la curiosidad, nos pasaron el contacto y decidimos probar de sacar las siguientes referencias en ese formato. Y aquí estamos, editando de tres a cinco nuevas referencias en casette cada semana. El pasado año editamos 250 y en estos siete años habremos vendido unos 250.000 cassettes, lo que es una auténtica locura si piensas que estamos en 2014.
¿Podíais imaginar semejante éxito con tan obsoleto formato?
El mercado estaba ahí pero nadie parecía darse cuenta de ello. Toda una generación de chavales se movía arriba y abajo con los coches de sus padres, con radiocassette incorporado, pero sin música nueva y excitante que escuchar en ellos. Fue la suma de tres factores: público hambriento, nuevas bandas alucinantes y un sello que ayudó a conectar a los primeros con los segundos. Claro que también ayudó que a los sellos para los que grababan muchas de las bandas que editábamos en cassette no les importaba para nada ese formato, así que nos decían “claro, adelante”. Ahora las cosas han cambiado un poco…

De las 738 referencias, ¿cuáles marcaron un antes y después en la trayectoria del sello?
Nuestro primer lanzamiento grande fue Raw Romance, de NoBunny. Venían de editar Love Visions y la gente estaba loca con ellos. Fue nuestra doceava referencia, un cassette de material totalmente nuevo; vendimos 500 copias en semana y media. Fue un punto de inflexión para el sello pero también para el consumo de cassettes en general; muchos chavales se compraron radiocassettes porque era la única manera de poder consumir nueva música de sus grupos favoritos. La segunda referencia importante fue la reedición en vinilo del Was Dead de King Tuff, seguramente el disco del que más copias hemos vendido y que llegó a colarse en las listas radiofónicas de CMJ. Pero cada disco tiene su valor en la historia de Burger Records, es un paso más en la buena dirección.
¿Cuán importantes han sido las redes sociales en en el crecimiento de Burger Records?
En la primera mitad de los 2000, los grandes sellos, tanto multis como independientes consolidadas, acaparaban la atención de su público objetivo porque copaban los canales por los que éste consumía música o se informaba de los lanzamientos discográficos. Cuando nosotros aparecimos, en 2007, el juego había cambiado y Facebook, Twitter y YouTube ofrecían nuevas vías con las que llegar a nuestros chavales sin tener que hacer grandes inversiones. Si eres bueno comunicando, construyes una personalidad cercana y atractiva y le ofreces a tu público contenido de valor, éste acabará acercándose a ti y atrayendo a nuevos seguidores.
Pero hay que entender las redes sociales, saber cómo comunicarse a través de ellas, para no usarlas como si fueran solo una plataforma de márketing más con la que vender tu producto. Si entras en el Facebook o el Twitter de Warner Brothers parece que sea un robot el que está lanzando sus posts y sus tweets, se nota que solo es un maldito trabajo para el tipo que lo hace. Por eso yo me encargo personalmente de nuestras redes sociales; ¿acaso hay alguien mejor para comunicar la excitación que supone un nuevo lanzamiento o una nueva gira de una de nuestras bandas? Creo que la gente ve esos carteles coloritstas y lee esos textos entusiastas escritos en mayúsculas y llenos de exclamaciones y los identifica rápidamente con Burger Records. Y eso es crucial hoy en día.
¿Qué valiosas lecciones has aprendido durante estos años?
Cuando empezamos Burger Records, yo pensaba que las bandas eran las dueñas de su música, pero pronto me di de bruces con la realidad. Nuestra referencia 74 fue un casssette del I Was A Mod Before You Was A Mod de Television Personalities. Teníamos el ok de Dan Treacy, y al cabo de una semana de lanzarlo, recibimos un mail de un tipo desde Inglaterra demandándonos porque su sello poseía los derechos. Le explicamos que solo íbamos a lanzar 50 cassettes y llegamos a un acuerdo; pero luego recibimos un nuevo mail de otro tipo que había editado el disco en vinilo sin que Treacy le hubiera dicho que había vendido los derechos al otro sello… ¡Habíamos destapado la Caja de Pandora! (risas). Fue una pesadilla, pero nos sirvió para enteder que debíamos implicar desde el principio a los sellos originales, hacerles ver que reeditando referencias suyas en cassette en cierta manera revalorizaba o daba nueva vida al trabajo hecho por ellos.

¿Qué motivó la apertura de la tienda de discos en 2009?
En Fullerton solo había dos tiendas de discos, una de punk y otra horrorosa que solo vende novedades comericales. Por aquel entonces, yo trabajaba como director de arte para una revista de embarcaciones de pesca. Como lo lo oyes. Surgió la posibilidad de hacer una gira con Thee Makeout Party; pedí unos días en el trabajo pero mis jefes me dijeron que ni hablar. Mi respuesta fue “Ok, lo dejo”. Mira, hasta ese momento de mi vida, había sido un chaval ejemplar, aplicado en los estudios y con un trabajo respetable y bien remunerado. Pero miraba mi futuro y no quería verme abocado a una vida gris trabajando 50 años en un cubículo para una empresa que me importara un carajo. No quería acabar siendo un viejo que mirara atrás y dijera “Oh, ojalá hubiera tomado esa decisión”, sino más bien “Lo hice”. Aunque fracasara, al menos lo habría intentado. Así que dejé el trabajo, salí de gira y, claro, al regresar no tenía nada que hacer (risas).
Contacté con mi amigo Brian Flores, que había tenido una tienda de discos hacía un tiempo, Third Eye Records. Él tenía un buen puñado de vinilos y yo también; los juntamos y abrimos Burger Records. Y fue una decisión crucial porque es importante tener un punto de referencia para las bandas y los seguidores, un punto de encuentro, un espacio físico donde un chaval venido de Canadá y otro de Alemania pueden acercarse a dejar las demos de sus bandas, a charlar con nosotros de música o a ver alguno de los tropescientos conciertos que hemos hecho en la tienda a día de hoy.
Lee y tú sois amigos desde que íbais al instituto juntos en Anaheim. ¿Cómo lleváis lo de trabajar juntos cada día, a todas horas?
Somos más hermanos que amigos, la verdad. También somos muy distintos, pero creo que por eso nos complementamos tan bien. Yo soy reservado, él extrovertido. Como buenos hermanos, a veces nos peleamos… Bueno, hay quien dice que parecemos un matrimonio (risas). Cuando el ambiente se tensa, uno de los dos se encierra en el almacén hasta que se enfrían los ánimos y volvemos a la rutina como si no hubiera pasado nada. Vivimos juntos en la tienda., ¿te imaginas lo que es eso? Lee duerme en el sofá de la entrada, yo en el de la oficina y Gabe de Gap Dream en el almacén de atrás. Es de locos si lo piensas, porque no hay separación entre trabajo y vida personal. Te levantas y ya estás en la tienda. Todo el día es trabajo, de 11 de la mañana a 4 de la madrugada. Puede desgastar a veces, pero nuestra amistad se mantiene porque compartirmos una misma pasión por la música y una fe ciega en lo que hacemos. También ayuda el que estemos aprendiendo a delegar, a confiar ciertas áreas en nuestros colaboradores, tanto en lo que respecta a la tienda como al descomunal trabajo que conlleva a día de hoy el sello.
Es que no paráis, siempre estáis montando conciertos o festivales en alguna parte de Estados Unidos.
Hoy en día la capacidad de atención de los chavales, de nuestro pública, es muy reducida. Se cansan pronto de las cosas y buscan constantemente nuevos estímulos. Así que la estrategia es saciar su sed a diario: ¡Nuevo videoclip de Habibi! ¡Tema inédito de Black Lips! ¡Entrevista con Shannon & The Clams! ¡Burger Beach Party en Venice! El público responde y las bandas ven que no dejamos de promocionar su música; lo hacemos desde el corazón y con sinceridad, ¡realmente creemos que nuestras bandas son jodidamente increíbles! Por cierto, queremos llevar a Europa el concepto del Burgeraman; tendremos que hablar con nuestros amigos de Ayo Silver a ver cómo podemos hacerlo en España…
Antes comentabas la permisividad inicial de sellos más grandes hacia vuestros lanzamientos en cassette. ¿Se mantiene la concordia a día de hoy?
Solo hay un par de sellos que nos tienen cruzados y que claramente quieren dañar nuestra reputación soltando mentiras cuando pueden, pero por lo general la relación es cordial. Tenemos muy buena amistad con Sub Pop, Hardly Art y Vice; trabajamos bastante con ellos porque han visto las ventajas de hacer lanzamientos conjuntos y sus bandas también les animan a hacerlo. La idea es que todos ganemos, llegar a acuerdos satisfactorios para todas las partes implicadas. Y parece ser que nuestra manera de trabajar ha llamado la atención de los peces grandes, pues hemos tenido un par de reuniones con gente trajeada. Fue un poco surrealista, la verdad. Un tipo como yo, sucio y ojeroso, avanzando por el pasillo central de las oficinas de Sire Records. Despachos, salas de reuniones, una pizarra con la estrategia de márqueting de un próximo lanzamiento, ordenadores sacando humo, decenas de trabajadores… Y yo pensando “¿Esta gente quiere hablar de negocios con los tipos que llevan su sello desde un almacén con dos ordenadores portátiles?”. Tío, para lanzar nuestra primera cassette yo puse 200$ y Lee otros 200$. Es de locos, es maravilloso.
Texto: Roger Estrada
Publicado en Ruta 66 (septiembre 2014)